A caballo aún de la peor crisis económica de la democracia, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, lanzó ayer su propuesta estrella del Debate sobre el Estado de la Autonomía: blindar la solvencia de las cuentas de la comunidad autónoma poniendo freno al incremento del gasto público, fijando cada año un techo presupuestario y limitando el endeudamiento cuando la economía vuelva a la senda del crecimiento. El futuro de Novacaixa también protagonizó el debate. Feijóo ofertó un pacto de unidad en torno al futuro de la entidad, pero socialistas y nacionalistas declinaron la iniciativa, y cuestionaron su gestión ante la nueva reforma financiera. PSdeG y BNG quieren lo mejor para Novacaixa, pero discrepan de la estrategia de la Xunta.

Tampoco encontraron eco sus otras ofertas de pacto para reclamar de forma conjunta al Estado el abono este año de 805 millones de euros correspondientes al modelo de financiación autonómica, la reforma de la Lei do Solo o impulsar los sectores productivos. Es más, en un debate marcado por la proximidad de las elecciones municipales, PSOE y BNG reprocharon al titular de la Xunta su ausencia de propuestas para afrontar la crisis y combatir el paro o evitar que la sociedad se quede indefensa ante los efectos de la recesión económica y los recortes de los servicios sociales.

Con o sin consenso, el proyecto de Lei de Disciplina Orzamentaria se enviará al Parlamento en las próximas semana, y esta “pionera” medida servirá para evitar que los futuros gobiernos tengan que soportar las “alegrías” de un mal presupuesto, entendidas por “alegrías” que el gasto de la Xunta aumente por encima del PIB o que cuando la economía se mueva en números positivos se acuda igualmente a la deuda para financiar inversiones y servicios.

Prudencia

Feijóo argumentó que si el bipartito tuviese la “prudencia” de limitar el gasto y evitar el endeudamiento, hoy las arcas autonómicas tendrían 2.000 millones de euros menos de deuda. Con la nueva normativa, continuó, “no se gastará nunca” por encima de las posibilidades y cuando vuelva otra crisis habrá otras alternativas al recorte de los salarios y las pensiones.

Feijóo reclamó varias veces el apoyo del BNG y del PSOE. Incluso a los socialistas les advirtió que debían apoyar esta medida porque Bruselas acordó -también ayer- medidas para penalizar a los países que incumplan los objetivos de déficit y el Gobierno central tendría que aplicarlas. La respuesta del líder del PSdeG-PSOE, Manuel Vázquez, evidenció que no tiene intención de respaldarla, porque a cambio de su “disponibilidad para llegar a un cuerdo” reclamó que la Xunta anulara todas las licitaciones público-privadas en materia de sanidad, educación y dependencia, lo que supondría, entre otras consecuencias, anular el proyecto del nuevo hospital de Vigo. La respuesta del portavoz parlamentario del BNG, Carlos Aymerich, no fue más alentadora: “Apoyar esa ley sería perpetuar los recortes que aplica la Xunta en los servicios sociales”.

Feijóo también buscó sin éxito el amparo de la oposición a su pacto de unidad a favor de Novacaixa. En este punto, intentó más la complicidad del BNG, al que hizo un guiño por su apoyo al catálogo de medicamentos y a la Ley de Cajas. Pero nada.

Con los nuevos requisitos que exige la reestructuración del sistema financiero, Feijóo expuso que “aún hay margen” para que Galicia pueda contar con una caja vinculada a un banco. “Hay margen para captar los 1.500 millones, hay margen si el equipo directivo de la caja es generoso y mantiene su implicación con el país, si el Banco de España es coherente con su actos y si el Gobierno trata a las comunidades de forma igualitaria”, comentó el presidente, quien sacó a colación que la consultora Deloitte -contratada por Caixanova- cifró en 1.162 millones de euros los que tendría que aportar el FROB para hacer la fusión de las dos cajas gallegas, una cifra inferior a la estimada por KPMG, la auditora a la que recurrió la Xunta.

“Me gustaría que ayudaran al país y dijeran que Novacaixa fue engañada”, dijo en relación al real decreto que incrementa las exigencias de capital básico. “Merece la pena iniciar esa aproximación de acuerdo”, insistía Feijóo.

Lo que encontró en Manuel Vázquez ante esta oferta de pacto fueron reproches por su “victimismo” y la confrontación constante con el Gobierno central, que además, dijo, no son la mejor manera para generar confianza y captar inversores para la caja. Añadió que con el PSOE no iba a contar “para engañar a los ciudadanos ni para echar balones fuera” y le recordó, como ejemplo de incoherencia, que tenía pensado “mandar para casa” a Gayoso y que al final lo nombró presidente de Novacaixa.

Aymerich fue más explícito, al soltarle a Feijóo que “malversó” hasta ahora todos los apoyos del BNG sobre la caja y que con ellos no contara para “diluir su responsabilidad y pacta el fin indoloro de la Novacaixa”. “No tiene credibilidad para ofrecer nuevos acuerdos ahora”, dijo, tras censurarle que pidiera ayuda tras “llevar el barco a las piedras” y fiarse de las negociaciones de Rajoy para modificar las condiciones de solvencia de las cajas.