El fracaso escolar en Finlandia es del 0,3%, una cifra que en Galicia supera el 20%, y menos de 5 de cada 1.000 alumnos repite curso en el país escandinavo, un indicador que, en ciertas aulas gallegas de Secundaria roza el tercio de los estudiantes. Desde el informe PISA hasta diversos estudios pedagógicos se sitúa a Finlandia a la cabeza en éxito educativo, como modelo de referencia. ¿Cuál es su secreto? La elevada formación del profesorado, un respeto al docente más que instaurado en la sociedad, la presencia activa de los padres (muy vinculados a la escuela y con un trato continuo con el claustro), la igualdad de oportunidades y, en definitiva, un modelo comprensivo, lejos de la autoridad y la disciplina.

Prácticamente no hay repetidores: antes de que esto ocurra se pone en marcha un mecanismo de apoyo y refuerzo a los alumnos más rezagados que consigue, en la práctica, que el menor retome el ritmo. No existen las expulsiones de la clase ni del centro: "una escuela finlandesa no permitiría esta práctica porque sería como reconocer su propio fracaso", explican dos finlandesas expertas en educación y profesoras de universidad, además de madres.

En pleno debate en Galicia de la nueva ley sobre convivencia escolar que elevará el estatus del profesor a "autoridad pública", agiliza la tramitación de las faltas de alumnos, establece la obligación de pedir perdón y penalizará el ciberacoso, si es necesario, con la expulsión del centro, los secretos del éxito escolar del modelo finlandés, el número uno, apuntan en otra dirección. El profesor finés no necesita un plus de autoridad regulada por ley: es la propia ciudadanía escandinava la que ha interiorizado a lo largo de décadas el importante papel de aquellos que educan. Y así son tratados: con respeto.

El oficio de profesor en Finlandia no se entiende sin vocación. Es requisito sine qua non. Jarna Pippo y Taina Hämäläinen son profesoras de gallego y español en la Universidad de Helsinki. Conocen Galicia, estudiaron durante años aquí y su gallego es perfecto, así como su español. "Las carreras de pedagogía son muy solicitadas en Finlandia. Solo los mejores candidatos a profesor entran en las facultades. Las notas de los alumnos no son lo más importante a la hora de evaluar la actividad docente. Lo que interesa a directores, profesores y padres es que se creen buenas condiciones para el aprendizaje: aulas con pocos alumnos, clases de apoyo a quien las necesita y comedores de buena calidad", argumenta Jarna Pippo. Según Hämäläinen, el profesorado tiene una formación "larga y exhaustiva, con máster incluido si quieren dar clase en Secundaria". "Sus salarios, sin que sean muy altos, son probablemente más elevados que, por ejemplo, en España. Se exigen notas muy altas para entrar en carreras de pedagogía: este año, solo un 11% de los candidatos a profesor que hicieron el examen de ingreso para Educación Primaria entraron en la carrera", afirma Taina. Jarna añade que el reto de un maestro no es, para nada, enriquecerse dando clase, "al contrario, consideran su trabajo como una vocación". La finlandesa es una educación "democrática e integrada, en la que todos los alumnos, independientemente de su familia y contexto socio-económico, tienen las mismas oportunidades". La presencia de centros privados en Finlandia es mínima, con menos del 2% de la población, y normalmente se vinculan al aprendizaje de una lengua extranjera.

¿Y las familias?: "Nos implicamos mucho". "Todos los años el profesor convoca al menos dos reuniones de padres. También se reúne dos veces al año con cada niño y su familia. Las APAs organizan todo tipo de actividades: fiestas, juegos al aire libre, excursiones, sorteos... Lo que obtienen lo reinvierten en la escuela. A mayores, todas las escuelas finlandesas usan un enlace de Internet, el ´Wilma´, e informan en tiempo real a los padres de todo: deberes, faltas, notas, comportamiento o citas", comenta Jarna Pippo. El 99,7% de los finlandeses termina la educación obligatoria (hasta los 16 años, como en España) y, los que repiten, "suele ser por un problema familiar o por enfermar durante el curso". "Al detectar que un niño necesita un apoyo especial, tiene su educador y, si lo precisa, existe la llamada clase ´start´; un año entero, normalmente a los siete, para prepararse antes de iniciar la educación básica; cuando empiezan ya están maduros y preparados y así no arrastran materias después", cuenta Pippo, quien añade que, con 14 y 15 años, los estudiantes realizan unas prácticas laborales en empresas a modo de orientación.

El sistema finés no compensa a los alumnos excelentes: premia el esfuerzo del niño. "Cuando existe algún conflicto se llama a la policía y se integra al estudiante en un grupo de enseñanza especial para corregir la conducta disruptiva. No existen expulsiones. Además, la escuela, libros, material, comida y transporte público son gratuitos y existen ayudas sociales a las familias que lo necesitan", concluye Jarna. ¿Otra ventaja? La baja por maternidad en Finlandia es de tres años, frente a cuatro meses en España.