Pulseras de plata de edición limitada, rosarios, azulejos, medallas, llaveros con cortauñas, llaveros a secas, flores con los colores del Vaticano, estampas, capillitas, dedales, pins, pañuelos, abrebotellas, postales, bufandas y camisetas. La efigie de Benedicto XVI multiplicada en productos de mercadotecnia cuenta ya con un hueco en todas las tiendas de recuerdos turísticos de Santiago. Eso sí, las vendedoras ambulantes, que suelen comerciar con los souvenirs en la Praza do Obradoiro, han decidido ofrecer lo mínimo, una cruz, porque, como argumenta una de ellas, las autoridades han vetado sus puestos tanto el sábado, el día de la visita del Papa, como la víspera. "¿Para qué coger productos del Papa si luego no podemos venderlos?", argumenta sin dar su nombre.

El resto de los comercios, sobre todo en la Rúa do Franco, conectada directamente con la catedral de Santiago y la Praza do Obradoiro a través de Fonseca –la única zona desde la que se permitirá acceder a uno de los 6.000 codiciados asientos para el público de la eucaristía papal–, ya llevan alrededor de dos semanas ofreciendo en sus expositores mercadotecnia variada con la imagen del Papa, aunque solo un porcentaje limitado –como pulseras, azulejos, pins y, en el caso de una sola tienda, camisetas, bufandas y pañuelos– ha sido concebido expresamente para inmortalizar su peregrinación a Santiago. Los demás se limitan a reproducir el rostro de Su Santidad, pero podrían comprarse en cualquier lado.

En todo caso, la mayoría de los clientes dispuestos a llevarse en su maleta un recuerdo del Papa no abundan estos días por Compostela. Buena parte de las dependientas –todas chicas–, que atienden a los turistas en esta céntrica zona, tienen sus esperanzas depositadas en el fin de semana y en la víspera del día 6. Con una frase sintética resumen el estado de la cuestión: "De momento, todo se vende regular. En general, no preguntan por estos productos, aunque ahora empiezan a hacerlo", explica una de ellas. La excepción la marcan dos objetos: los dedales, que son lo que más venden en la tienda atendida por Estefanía y Paulina, y las pulseras de plata, a pesar de que su precio es el más elevado, unos 20 euros –la estampa, el más económico, cuesta 0,50 y una camiseta se consigue por diez euros–.

Otras dependientas, como María, creen que la mercadotecnia vinculada a Benedicto XVI no resulta tan atractiva como la de su predecesor, Juan Pablo II, al que atribuye "más carisma". Un argumento parecido utilizan Lara y Chus, para las que Juan Pablo II era un Papa "muy querido".