El puerto exterior de A Coruña es un saco sin fondo. Su coste no ha dejado de dispararse desde su adjudicación en 2004. Los 479 millones que iba a costar la obra ascienden ya a 789 y podría alcanzar los 1.000, el equivalente a lo que se ha invertido hasta ahora en la Cidade da Cultura –480– y cinco veces más que su competidor directo: el puerto exterior de Ferrol, que costó 183. La obra de Punta Langosteira, en la localidad coruñesa de Arteixo, se ha convertido en la más cara de Galicia y todavía no está claro que cuente con mercado para funcionar a pleno rendimiento.

Fomento, a través de Puertos del Estado, ha inyectado dinero constantemente en A Coruña, a pesar de que a once millas ya existe un puerto exterior operativo. De hecho, los buques que se aproximan a la costa coruñesa se encuentran con esas dos megaconstrucciones casi pegadas entre sí.

El Prestige se encuentra detrás de la decisión de acometer el puerto coruñés, aunque éste ya había sido planificado en 2000 por la Autoridad Portuaria herculina. Pero no fue hasta la catástrofe del petrolero que provocó la mayor catástrofe ecológica de Galicia cuando tomó cuerpo. Entonces, se produjo la "decisión política", como reconoció el año pasado el propio presidente de Puertos del Estado, Fernando González Laxe, de poner en marcha la obra cuando ya estaba aprobado el proyecto en Ferrol. Se iniciaba el camino para dotar a la costa coruñesa de dos infraestructuras similares y casi pegadas. Desde entonces, el gasto no deja de dispararse.

En enero de 2003, a dos meses de las elecciones municipales, el Gobierno de José María Aznar y la Xunta de Manuel Fraga se encontraban acosados por las continuas manifestaciones de Nunca Máis, a las que se sumaban PSdeG y BNG. En ese momento, el entonces alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, rompió las directrices de su partido y cedió el consistorio a Aznar para la celebración de un Consejo de Ministros del que salió la decisión de acometer el puerto exterior de A Coruña. El objetivo era ofrecer un puerto refugio a buques en problemas, abrir un gran negocio inmobiliario en el centro de la ciudad y generar un polo de atracción económica. Hacía dos años que habían comenzado las obras del puerto ferrolano.

En diciembre de 2004 el proyecto de Punta Langosteira, a unos doce kilómetros del centro de A Coruña, fue adjudicado a Dragados por 479 millones de euros. Desde entonces, el precio se ha ido disparando hasta alcanzar ya los 789, después de que esta semana Puertos del Estado haya concedido un préstamos de 240 millones para la construcción de un contradique imprescindible para su funcionamiento. A cambio, el puerto prometía rebajar en 30 millones el precio final hasta los 769.

Sin él, los barcos no estarían protegidos de las mareas y la inestabilidad del agua haría difícil la descarga de cualquier material. Pese a ello, ese brazo de 579 metros no constaba en el proyecto inicial y hubo que modificarlo. "Sí estaba contemplado desde el principio, pero creo que por razones presupuestarias se obvió en la primera fase de adjudicación", considera Juan Román Ancinas, catedrático de la Escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos de la Universidade de A Coruña (UDC).

Mientras el puerto ferrolano acogió su primer buque hace tres años, cumpliendo los plazos de construcción previstos, el coste del coruñés puede seguir aumentando. La operación del puerto exterior contemplaba dos maniobras clave para A Coruña: por un lado se abría paso a la urbanización de 400.000 metros cuadrados en el puerto urbano, en pleno centro de la ciudad, y, por otro, se alejaba de la urbe el tráfico de combustibles dirigidos a la refinería de Repsol, conectada con el puerto por un oleoducto que cruza la ciudad, fuente constante de conflicto entre vecinos, Autoridad Portuaria y ayuntamiento. Curiosamente, en Ferrol, la instalación de mayor riesgo, la regasificadora de Reganosa, no se instaló en el puerto exterior, sino al fondo de la ría, lo que generó gran conflictividad social.

Ahora, sin embargo, Repsol exige 200 millones de euros a la Autoridad Portuaria para abandonar el muelle urbano, puede operar hasta 2027. De esa forma y si no se producen retrasos, el coste rozaría los mil millones: el doble de lo invertido hasta el momento en la Cidades da Cultura, que ya ha alcanzado los 480. Curiosamente, el puerto coruñés amplió la licencia a Repsol para mantenerse en el muelle urbano en el año 2000, cuando ya planeaba construir Langosteira.

Situación geográfica

La situación geográfica ha marcado ambos proyectos. La construcción del puerto de Ferrol se ajustó a los plazos previstos gracias a las condiciones de su enclave, una bahía natural protegida del viento y las olas, pero se ha encontrado ahora con el problema de los accesos. El ferroviario podría estar listo en 2016, según los cálculos del Ministerio de Fomento. El acceso por carretera se abrió el año pasado. "Un puerto no es nada sin accesos para distribuir la mercancía", indica un ingeniero que prefiere mantener el anonimato.

Por su parte, el coruñés lucha contra las dificultades técnicas de su emplazamiento, aunque a su favor cuenta con un terreno en tierra que facilita la construcción de los accesos, según las fuentes del sector de la obra civil consultadas.

En A Coruña los problemas han sido constantes. El oleaje obliga a paralizar los trabajos en invierno e incluso ha provocado la muerte de varios obreros, que los sindicatos han vinculado a la falta de medidas de seguridad. De hecho, las olas, que han llegado a los 40 metros en esa zona, podrían inhabilitar el puerto durante los días de fuerte temporal.

A ello se ha unido un fallo de cálculo: la crisis inmobiliaria. La Autoridad Portuaria pretendía financiar parte de la obra con la venta de los 400.000 metros cuadrados que quedarían desafectados en los muelles urbanos, donde la Xunta instalará una Ciudad de la Justicia y viviendas públicas. El bipartito obligó a incluir estas últimas, pues en el primer proyecto se contemplaba la construcción de vivienda privada. Pero la burbuja inmobiliaria ha estallado y de momento se desconoce qué cantidad de dinero podrán obtener de esta operación. Además, solo se podría empezar a construir cuando Langosteira entre en funcionamiento y libere ese espacio.

Sus problemas financieros han sido constantes desde que la obra fue adjudicada sin contar aún con una subvención de la Unión Europea de 257,5 millones de euros, que se confirmó en noviembre de 2005, es decir, once meses después de que la obra fuese adjudicada.

La misma situación se produjo el año pasado, cuando el presidente del puerto coruñés, Enrique Losada, nombrado por Alberto Núñez Feijóo, lanzó un mensaje de alarma: había un sobrecoste de 283 millones y necesitaban 57 para no parar la obra.

Ahora, con Fomento anunciando un recorte de 6.400 millones de inversión para los dos próximos años, cualquier problema pondría en peligro el proyecto.