“Muy bien. Eso es”, decían las huestes populares entre aplausos. Risas, caras de circunstancia y cuchicheos en los ahora socios de oposición. Y hasta un “cojonudo” soltó Bieito Lobeira cuando el futuro presidente anunció que facilitará “nuevas instalaciones de acuicultura sostenibles”.

No se llegó al lleno. Había menos expectación que hace dos semanas, cuando Pilar Rojo accedió a la Presidencia. Y eso a pesar de los incondicionales del PP, que coparon la tribuna de invitados. Ni un cargo socialista o nacionalista se dejó ver en las bancadas. Presidiendo el anfiteatro, el ex presidente Gerardo Fernández Albor, escoltado por José Manuel Barreiro, Fernández de Mesa, Celso Delgado, Dositeo Rodríguez, Baltar, Louzán, Orza, Miras Portugal o Castelao Bragaña. Entre todos ellos, otra vez, la periodista Carmen Gámir, pareja del futuro presidente, que llegó con un pequeño retraso.

Feijóo, “al momento más importante” de su vida, como lo calificó, llegó sin bolígrafo. Y mientras su compañera Pilar Rojo hacía las presentaciones, tuvo que pedir prestado el de Alfonso Rueda para dar los últimos retoques al discurso. Hasta 48 folios, escritos por las dos caras (¿otra muestra más de ahorro?), leyó el nuevo presidente en apenas una hora y tres cuartos. Eso sí, se saltó algunos párrafos, quizás para no abusar de la paciencia de quienes le escuchaban.

Rifirrafe

Entre estos, los populares aplaudieron en 28 ocasiones. Más la traca final. Y eso que al principio les costó arrancar. Las mejores ovaciones, y más espontáneas, fueron para propuestas en materia lingüística, de dependencia o infraestructuras. Entre la oposición, más bien alicaída, los nacionalistas Carlos Aymerich y Bieito Lobeira, con Ana Pontón de por medio, parecían no poder estar callados. Hasta un pequeño rifirrafe se produjo entre Aymerich y Carlos Negreira, cuando el primero mostró en alto su perplejidad por las urgencias de Feijóo para exigir el voto en urna para la emigración. A la socialista Laura Seara le dio la risa cuando oyó la promesa de sanear todas las rías.

¿Y Touriño? Circunspecto. No movió ni un músculo facial cuando Feijóo agradeció “su entrega y su trabajo”. Casi lo mismo que Quintana, al que le costaba mantener la recta postura de sus compañeros en la Mesa del Parlamento. Sólo esbozó una ligera sonrisa cuando Feijóo prometió un centro de día en los municipios de más de 1.500 habitantes.

A los inquietos Aymerich y Lobeira una de las cosas que más gracia le hacían eran las constantes citas del presidente electo. Hasta recurrió al “Deus fratresque Gallaecia” (“Dios y los hermanos gallegos”) con el que los irmandiños (¡qué pensará Beiras!) asaltaban los castillos feudales. Todas de “galleguistas ilustres”, excepto la del ex presidente checoslovaco Vaclav Havel: “Supongo que no me propusieron para este cargo para que os mienta”, dijo, y empezó a describir la pésima situación en la que la crisis, con ayuda del bipartito, deja a Galicia.

Antes de Havel, citó a Álvaro Cunqueiro con su “Xente de aquí e de acolá” para referirse a los muy variados 789.427 gallegos que le votaron el 1-M. Y después llegaron Celso Emilio Ferreiro y su “longa noite de pedra”; Antonio Couceiro Freijomil y su libro “La bandera de Galicia”; Vicente Risco y “el patrimonio identificador: pueblo, territorio, lengua, cultura e historia bimilenaria”; y Ramón Piñeiro, a quien este año se le dedica el Día das Letras Galegas, y “la dimensión temporal de Galicia”. Adiós a la era Castelao.

Poco más dentro del hemiciclo. Alguno de los 74 diputados (sigue de baja el socialista Modesto Pose), y del Gobierno saliente, recurrió al dossier de prensa para pasar el rato, y los más tomaban notas, aunque queda la duda de si era sobre lo que escuchaban por boca de Alberto Núñez Feijóo.

Tras los 105 minutos de discurso, cerrada ovación de los populares, que una vez suspendida la sesión hasta mañana, cuando serán las réplicas y la votación, se apresuraron a felicitar a su gran jefe.

Poco más quedaba por hacer. Y el más rápido en entenderlo fue Quintana, el primero en salir escopetado de la cámara. En los corrillos que se montaron a la salida, todos populares, la frase más escuchada era la de “Felicidades, presidente”. Uno de una Diputación sureña le dijo: “Yo creo que estuvo muy bien, hablaste de todo, hasta de deportes”, le decía mientras a escasos pasos la oposición calificaba de “hueco” el discurso.