Diez horas en siete citas al mes. Ese es el tiempo que comparten entre rejas la pareja de etarras condenados por el asesinato y secuestro del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco. Desde que Instituciones Penitenciarias acordó reagrupar a Irantzu Gallastegui, Amaia, y Javier García Gaztelu, Txapote, en la cárcel de Teixeiro, ya se han visto en cuatro ocasiones. En total, siete horas y veinte minutos bajo el mismo techo.

Ya han agotado dos de las cuatro comunicaciones por cristales (40 minutos para cada cita), el vis a vis familiar (dos horas) y el de convivencia (cuatro horas). Antes del próximo 14 de abril, día en el que se cumple un mes del traslado de Txapote del penal de A Lama (Pontevedra) al de Teixeiro, tendrán las dos comunicaciones por cristales que les faltan y el vis a vis íntimo (una hora y media). Y así todos los meses hasta que salgan de prisión. En el caso del ex jefe del aparato militar de ETA acumula a sus espaldas 277 años de condena, entre otros, por el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, el presidente del PP de Guipúzcoa Gregorio Ordóñez, el dirigente del PSE Fernando Múgica y del periodista José Luis López de la Calle. En verano de 2006 se sentaron juntos en el banquillo de la Audiencia Nacional, que condenó a cada uno a 50 años de cárcel por el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Txapote y Amaia se han buscado en las cárceles de Francia y España para estar juntos. Finalmente, Prisiones ha establecido el nido de los dos enamorados en Galicia, la tierra donde descansan los restos del concejal del PP de Ermua asesinado en julio de 1997. Teixeiro ya es su segundo hogar con barrotes. El primero fue la prisión francesa de Fleury-Mégoris. Allí, concibieron a su primer hijo. Del cuidado del primogénito, de seis años, se encarga la familia de Amaia en el País Vasco.

Un nuevo vis a vis íntimo dio frutos. Un segundo hijo con el que Gallastegui está ingresada en el módulo de madres del penal coruñés y con él podrá estar un año más ya que las reclusas pueden convivir con sus hijos hasta cumplidos los tres años.

A la pareja sólo le separan unos cientos de metros. En el módulo 13, Txapote se ha convertido -según fuentes penitenciarias- en el “cabecilla” del grupo de 30 presos que comparten módulo con el asesino de Miguel Ángel Blanco, entre ellos otros nueve etarras y varios yihadistas. En el módulo 9, está Amaia desde el pasado día 10 de marzo junto con otras 32 mujeres. Como ella, otras doce madres tienen allí a sus niños. Las condiciones del módulo de madres, donde las puertas de las celdas no se cierran para que los niños puedan moverse con libertad, parece que no fueron del agrado de Amaia.

Ella, según fuentes del centro penitenciario, intentó instalarse en una “burbuja. Nada más llegar a Teixiero -a donde fue trasladada del centro penitenciario de Soto del Real (Madrid)-, reclamó a los funcionarios que la aislasen dentro del módulo para evitar que la presencia de menores castellanohablantes no afectase a la educación en euskera de su hijo. “No se relaciona con el resto de reclusas e intenta que su hijo tampoco lo haga con el resto de críos. Parece ser que no quiere que contaminen su educación en vasco”, comentan desde el penal coruñés.

Mientras ella cuida de su retoño, Txapote disfruta de sus seis horas al día en el patio -tres por la mañana y otras tres por la tarde- y comparte actividades con el resto de reclusos del módulo 13. Desayuna, come y cena en su celda. El resto del día lo dedica al gimnasio, el fútbol, la televisión y la lectura.

A diez días de que cumplan un mes bajo el mismo techo, la pareja de etarras está a la espera de que la dirección del centro de Teixiero le confirme el día que mantendrán el vis a vis íntimo que les queda. Cuentan las horas.

Caamaño defiende la reagrupación

El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, se refirió ayer a la reagrupación penitenciaria del ex jefe militar de ETA, Javier García Gaztelu y su pareja en la cárcel de Teixeiro para asegurar que también “tienen derechos que se protegen por la ley que deben de ser atendidos”.

“Esas decisiones corresponden a las autoridades de los centros penitenciarios, que son quienes aplican derechos, no debemos olvidar, reconocidos por igual a quienes se encuentran en prisión. También las personas privadas de libertad tienen derechos que se protegen por la ley que deben de ser atendidos”, aseguró Caamaño.

Preguntado acerca de la política de reagrupamiento de presos de ETA que se han mostrado públicamente en contra de la violencia de la banda, el ministro de Justicia se mostró “cauto” ya que esta cuestión “tiene que ver con la seguridad del Estado y, por tanto, son temas sobre los que también el ministro de Justicia debe mantener discreción”.