Los últimos datos disponibles indican que en España sólo el 12,5% de los medicamentos que se venden son genéricos. "En Galicia estamos peor. En ese sentido somos los peores de España", afirma Bernardino Pardo, médico de familia y coordinador da Plataforma Non Grazas en Galicia. En la comunidad, asegura, el porcentaje de genéricos dispensados por las farmacias únicamente representó alrededor de un 7,5% el año pasado.

Sólo en el área de Lugo, donde este profesional trabaja, se calcula que la prescripción de genéricos habría ahorrado a las arcas públicas 3,5 millones de euros el año pasado, un dato que, extendido a Galicia, supondría unos 50 millones de euros, cantidad que este año podría elevarse hasta los 100 millones.

"Hemos visto por las cifras de los dos primeros meses que la cantidad se estaba disparando, ya que llegaba a los 3,7 millones de euros, con lo que la previsión para finalizar el año es de 7,4 millones de euros de gasto que se podría evitar sólo en Lugo, por lo que calculamos unos 100 millones en Galicia", alega el coordinador de la Plataforma Non Grazas. "No es que gastemos más, es que existen más genéricos que podrían posibilitar incrementar las posibilidades de ahorro".

El colectivo presentado ayer en Santiago forma parte de la plataforma estatal No Gracias que denuncia a través del manifiesto que han colgado en su web -ya firmado por numerosos profesionales-, cómo "los centros sanitarios abren sus puertas a los visitadores que con obsequios, de mayor o menor cuantía (presentados como "oportunidades educativas") generan una cultura de patrocinio que afecta a la autonomía profesional y a la racionalidad de la prescripción".

El argumento del ahorro público es uno de los que emplea este colectivo, que reivindica la "normalización de las relaciones entre los profesionales sanitarios y la industria farmacéutica". "No son relaciones normales, sino que están condicionadas por la presión comercial para sacar adelante los productos y lo hacen cada vez de modo más agresivo", subrayó el facultativo lucense.

"Se trata de reconducir las prescripciones a moléculas más conocidas, que además coinciden con genéricos, con años en el mercado y reconocida solvencia a nivel técnico que se abandonaron", aclara. "La industria farmacéutica tiene que entender que el dinero que se ahorra en los genéricos servirá para innovaciones futuras", indica.

"Hay que hacer viable el sistema. Está en juego su propia continuidad", alega el coordinador de la Plataforma Non Grazas, quien recuerda que en el asunto deben implicarse no sólo los facultativos, sino también las administraciones y los farmacéuticos, que "a largo plazo" se verán beneficiados "ya que se mantendrá la viabilidad del sistema".

"A lo que aspiramos desde la plataforma es a que se vuelvan a retomar las razones éticas y técnicas de las prescripciones porque la deriva en el gasto está siendo brutal", comenta Pardo. Además, dice, "queremos que eso lo entienda la persona a quien se lo están prescribiendo porque hay gente que no se fía de las marcas desconocidas". En ese sentido, comenta que "si los pensionistas tuvieran que pagar un porcentaje de los fármacos, se usarían más genéricos", o si su uso, como en algunos países, no implicase para el usuario pagar ningún tipo de porcentaje.

Pardo explica que la "presión" de la industria farmacéutica se manifiesta, sobre todo, en la "mediatización de la información que recibimos los médicos, ya que muchos estudios están hechos a medida e interpretados a medida": "Esta es la peor presión que tenemos. No se trata tanto de las pequeñas prebendas o las grandes, que también existen, sino porque te convencen de que algo funciona".