Nada. Nada de nada". David, el padrastro de Magdalena, una viguesa de 22 años con parálisis cerebral y un grado de invalidez del 98%, empieza a perder la esperanza de que llegue la ayuda de la Ley de Dependencia que tienen aprobada. "Lo último que nos dijeron los funcionarios -cuenta- es que podría venir dentro de un montón". Echan cuentas: julio se acaba, agosto es un mes inútil para los trámites... "En septiembre seguiremos en lo mismo", se queja la familia de la joven. No, en lo mismo no, porque las cosas para ellos han cambiado. La madre de Magdalena sufrió recientemente un accidente de coche y probablemente tendrá que pasar por el quirófano por las secuelas en las cervicales. No les ha quedado otro remedio que contratar a alguien para que les ayude con la atención de su hija los viernes, sábados, domingos y lunes por la mañana. Un cuidador que, según los papeles que tienen entre las manos, debería estar subvencionando ya la Administración.

Pero no es así. Ni en el caso de Magdalena, ni en los otros tres ejemplos que ofrecieron a FARO su historia el pasado junio para ilustrar los evidentes retrasos que la norma acumula en Galicia. Al margen de las cifras oficiales. María y su marido José Ignacio, con una hemiplejía que le dejó paralizado el lado izquierdo del cuerpo, recibieron en estos dos meses alguna novedad. Ya saben qué ayuda les corresponde: 48 euros mensuales que, de momento, no han aparecido por ningún lado. "Una cantidad simbólica", reconoce María, dispuesta a exigir lo que es suyo, y muy preocupada por "mucha gente" que conoce en la asociación a la que acude José Ignacio, que pidieron como ellos la solicitud nada más abrirse el plazo y que necesitan el dinero con más urgencia que ellos. "Iré a la Xunta a seguir dando la lata -asegura-. Ya no por mí, pero por los demás. Para que allí vean que no nos olvidamos".

En la casa de Rocío Diéguez, de 87 años, con alzheimer, un 87% de invalidez, hacen las maletas para pasar unos días en Ourense, como cada año, para reunirse con unos parientes. "Aunque llevas el problema contigo, por lo menos cambias la rutina", cuenta su hija Adela. Su caso es especialmente llamativo porque son la solicitud número 91, de las primeras, que entregaron el 11 de marzo de 2007, dos días después sólo de que arrancara el plazo. Toda la documentación presentada, todo aprobado. Cuando salieron en las páginas de FARO -y en varias televisiones después ante lo representativo de su situación- faltaba el sí definitivo para que se les ingresara el dinero. Y es lo que sigue faltando. Casi un año con el expediente paralizado. "Estamos cansados de preguntar qué pasa, por qué tardan tanto", lamenta Adela. La ultima respuesta no les gustó nada: "Que como nosotros había 45.000 personas más". Otro jarro de agua fría. "Increíble", dice. El estado de salud de la hija de Rocío tampoco es demasiado bueno y sigue "más o menos", tirando del día a día. "Ya no me creo nada".

Sin esperanzas

La madre de Luis, nombre ficticio, se arrepiente hoy de que en la foto que apareció hace dos meses su hijo no se le viera la cara para ejercer presión, para ilustrar sin filtro alguno el drama diario al que se enfrenta. "Es que esto es de vergüenza". Pero por varias causas decidimos seguir manteniendo el anonimato. "No tengo esperanzas, al revés", confiesa. A ella también le han dado largas en la sede de Vicepresidencia. "Calcule por lo menos dos meses". Dos meses más de espera, un año acumula, para la ayuda que le permita pagar a alguien para cuidar a Luis, de 31 años, paralizado desde que nació por un problema en el parto. La persona que han tenido que coger ahora un par de días a la semana "nos cuesta mucho esfuerzo".

Las palabras de la ministra de Educación, Política Social y Deporte, Mercedes Cabrera, sobre las repercusiones que la crisis económica podrían tener en el desarrollo de la Ley de Dependencia preocupan. "Si aún no nos dieron nada y van a recortar...", plantea. "Tendríamos que movilizarnos todos los afectados -mantiene-. La Ley está de nuestra parte".