Como en la mayoría de los hospitales gallegos, las preguntas sobre qué hacer, las situaciones más comprometidas llegan en el Juan Canalejo de A Coruña de la Unidad de Cuidados Intensivos. "La Medicina ha progresado mucho y deja muchos dilemas de este tipo especialmente al principio y al final de la vida", asegura Benigno Acea, del comité asistencial del hospital coruñés. Al principio, por la posibilidad de investigar con células madre. "La posibilidad del hombre de crear otros hombres tienen muchas connotaciones morales", recuerda. Y, al final, sobre la dulcificación de los últimos días de un enfermo para el que ya no existe cura. "Si atendemos a la moral médica clásica, siempre reanimaríamos a un paciente, sea como sea", apunta. Pero ahora pesa más la autonomía de decisión del paciente.

"Entran muchos factores y hay situaciones complicadas, claro", reconoce Acea. No toda la gente tiene la misma postura a la hora de decidir sobre el futuro de un familiar con una dolencia terminal. Ni todos lo encajan de la misma manera, ni tampoco todos tienen la misma facilidad para asimilar que lo idóneo es quizás evitar más sufrimientos al paciente. "En Medicina -señala Benigno Acea- cada situación es diferente y hay que abordarla de forma individualizada".

"Como mínimo", el comité del Juan Canalejo se reúne una vez al mes para hablar de "asuntos ordinarios". Cuando surgen consultas por problemas puntuales, como hacen todos los grupos asistenciales de ética, convocan un encuentro ordinario. "Hay cosas que no pueden esperar", afirma. Un testigo de Jehová que se niega a una intervención quirúrgica a causa de los transplantes. "Es un claro ejemplo de una evaluación inmediata", apunta. Hay que hablar con el paciente, con el equipo que va a participar en la operación... y luego dar una contestación. Una orientación, siempre desde la independencia que tiene el organismo. "Estamos en la estructura del Hospital, pero no nos sometemos a nadie".