Toda Galicia está en alerta por sequía. El déficit hídrico en la comunidad suma ya cinco estaciones, una situación que ya en pleno invierno (el pasado mes de enero) obligó a la Xunta a decretar la prealerta pero que ya el pasado mes de octubre pasó a riesgo alto por la escasez de lluvias. A pesar de las lluvias de las últimas semanas, los ríos gallegos aún están un 52% por debajo del nivel medio para esta época. Los meteorólogos avanzan que este ejercicio será uno de los más secos de la serie histórica, por lo que pronostican que al menos hasta primavera no se paliará la escasez de precipitaciones siempre que venga un invierno lluvioso.

Aunque no fue necesario por ahora restringir el consumo de agua, la Xunta urge a los concellos de más de 20.000 vecinos un plan de emergencia para minimizar los efectos la sequía. Pero si esta situación se mantiene en los próximos meses, habrá limitaciones en hogares.

El déficit hídrico, las heladas y el granizo de este año pasaron factura al rural, con pérdidas de casi 130 millones.

A mediados de diciembre fue en las cuencas de Pontevedra y la Mariña lucense donde se notó una mayor mejoría, aunque la borrasca benefició a todas las cuencas. En cuanto a la situación de los embalses, estos también mejoraron y el promedio se sitúa en el 65,9%, debido, sobre todo, al llenado del embalse de Eiras, que abastece a Vigo y su área metropolitana.

La Oficina Técnica da Seca reconoce la mejoría en general, pero la situación sigue lejos de la situación de normalidad, y, a modo de ejemplo, expuso que Zamáns se encuentra al 40% por debajo de lo normal o Baiona, un 50% por debajo también de lo normal.