El Congreso aprobó ayer los Presupuestos de 2017, que pasan ahora al Senado, donde el PP goza de mayoría absoluta, para su ratificación. "España da un buen mensaje de estabilidad, confianza y credibilidad", dijo el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, celebrando el resultado de una votación que le garantiza al menos la mitad del mandato, ya que, de no poder articular el año que viene una mayoría suficiente como para aprobar unas nuevas cuentas, podría prorrogar estas y seguir hasta 2019.

La clave era reunir 176 votos (la mitad más uno de los 350 escaños del Congreso) y se consiguió: el proyecto de cuentas de este ejercicio fue respaldado con los votos del PP (134), Ciudadanos (32), PNV (5), Foro Asturias (1), UPN (2), Coalición Canaria (1) y Nueva Canarias (1).

Los Presupuestos de 2017 pasan a la Cámara alta con unas 150 enmiendas nuevas, que han sido incorporadas en la ponencia (7), en su debate en comisión (alrededor de 101) y finalmente en el pleno del Congreso (unas 45).

Así, por ejemplo, las cuentas conllevan la creación de un órgano independiente de supervisión de la contratación del sector público y eliminarán la limitación a tres años para la contratación de interinos; permitirán que los ayuntamientos con superávit en 2016 puedan reinvertir estos fondos en proyectos económicamente sostenibles que no incumplan la regla de gasto.

Durante su intervención en el Pleno, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, destacó que las inversiones ferroviarias acapararán el 50% del presupuesto de su ministerio, garantizó la financiación de los principales corredores y afirmó que la inversión es suficiente este año para cumplir con los plazos comprometidos.

Pero, además, la jornada estuvo plagada de anécdotas y errores de los diputados. Del propio Rajoy, sin ir más lejos, que se quedó literalmente solo votando en contra de una enmienda que el PP había pactado con el diputado de NC, Pedro Quevedo, a cambio de su apoyo a los Presupuestos, aunque el voto del jefe del Ejecutivo no tuvo consecuencias.

Rajoy encajó el error entre risas. Y con carcajadas lo recibieron los diputados del PSOE, que en la siguiente votación, propiciada por otra enmienda de Quevedo, también se equivocaron. Unos se abstuvieron, otros votaron en contra... un lío. Pero tampoco tuvo consecuencias. Y lo mismo ocurrió cuando Pablo Iglesias metió la pata, y por dos veces, al votar a favor de sendas secciones del Presupuesto de Rajoy, a quien quiere censurar.

La confusión llegó a ser tal que la propia presidenta, Ana Pastor, se equivocó. El suyo fue un error nominalista, pero obligó a repetir alguna votación. Y por si fuera poco se rompieron los escaños de dos diputados, uno de C's, Toni Roldán, y otro del PP, Jesús Postigo. Más risas, más ruido... Y nueva intervención de Pastor, que avisó: "No es un circo, con perdón para el circo".