El presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, invitó ayer a su partido a no caer en la "histeria" por la proliferación de nuevos casos de corrupción -que es "letal", reconoció- y, sin hacer ninguna mención a la detención del exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau, atacó al PSOE y a C's alegando que no está en condiciones de dar "lecciones" ni plantear "exigencias" a los populares.

A puerta cerrada, durante su intervención en el comité ejecutivo del PP, Rajoy denunció que sus oponentes se valen de los casos de corrupción que sacuden al partido para "deslegitimarlo" y apartarlo de las negociaciones para formar gobierno.

Para apuntalar su hipótesis, el líder del PP citó varios casos que al final, afirmó, quedaron en nada. Así, los que en su día afectaron al ministro de Industria, José Manuel Soria; el presidente de Melilla, Juan José Imbroda, y el expresidente murciano Ramón Luis Valcárcel.

Al término de la ejecutiva, el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, dio más detalles de la intervención del presidente del Gobierno en funciones, quien denunció que "algunos" estén intentando poner la corrupción como "una malla conjunta para sepultar todo lo bueno que ha hecho el Partido Popular" esta legislatura.

Dos días después de que el presidente del PP de Vizcaya, Antón Damborenea, dijera ante Rajoy: "Estamos hasta los cojones de leer de gente del partido pringada", Casado, más suave, pero asumiendo las palabras del dirigente vasco, soltó: "Estamos indignados y hasta las narices". Y tachó de "vomitiva" y "abominable" la corrupción que daña a su partido, por la que se siente "directamente perjudicado". "Que acabemos con esta pesadilla que demasiado nos está costando", propuso al PP.

Entre tanto, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), el ministro de Industria en funciones, José Manuel Soria, aseguró, en relación a los casos de corrupción que salpican a diversos dirigentes y exdirigentes del PP, que "aquí quien la hace la tiene que pagar" y responder ante la justicia por esos hechos.