Alejandra Romero Suárez, la hija mayor de Mariam Suárez, primogénita del primer presidente de la democracia fallecida de cáncer en 2004, se perfila como la heredera del ducado de Suárez, con Grandeza de España, que el rey concedió a su abuelo, Adolfo Suárez, en 1981, por los servicios prestados al país. Cuentan que el presidente le pidió al monarca ser duque de Ávila, algo que no se llevó a término por ser ese un título vinculado a la corona.

Quienes conocen a la joven la describen como discreta, responsable, brillante y disciplinada. Ha estudiado Derecho y Empresariales y su vocación es ejercer el Derecho. Habla inglés y francés. Y aunque no tiene una especial vocación política, la figura de su abuelo la ha llevado a interesarse por ella. De hecho, forma parte de la Asociación para la defensa de la Transición y acude a todas las reuniones que se celebran. Con su hermano Fernando, ha sido pregonera de los carnavales de Cebreros y también se siente muy ligada a la tierra natal de su abuelo.

El destino final del ducado ha sido objeto de controversias al conocerse que el hijo del expresidente, Adolfo Suárez, invocó las Leyes de Toro para pedir al rey don Juan Carlos, en una carta remitida en 2009, que interviniera para que la distinción pasase a sus manos, y por ende, más adelante a su hijo Adolfo Suárez Flores, y no a las de su sobrina. Suárez Illana alega en la misiva que de no haber estado su padre impedido por el alzhéimer, habría bastado con que el rey le hubiera concedido la facultad de nombrar al primer sucesor, un privilegio incluido por los Reyes Católicos en una de sus leyes de Toro de 1505, (concretamente en la 44), para lograr el objetivo de hacerse con el título.

El cambio más importante que ha afectado a la aristocracia desde 1812 ha sido la ley 33/2006 de 30 octubre de ese año que anuló la histórica preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión de títulos nobiliarios.