Aquella primera legislatura de la Galicia autonómica que inauguraron las elecciones celebradas el 20 de octubre de 1981 es, por el momento, la de mayor fragmentación política. Seis formaciones consiguieron representación en la Cámara, que guardaba cierto paralelismo respecto a la tendencia nacional hacia el centro-derecha en el voto, como recuerda Elena Ramallo Miñán, doctora en Derecho, en "Treinta años de parlamentarios gallegos", el profundo análisis que acaba de publicar sobre la historia de los 690 escaños ocupados hasta 2011. "La antesala electoral autonómica estuvo marcada por múltiples movimientos de las distintas formaciones gallegas que fluyeron entre las rupturas y los consensos", explica. Alianza Popular tiró de otros colectivos, como Realidade Galega y "el inexperto" Xerardo Fernández Albor. La opinión interna del partido defendía que esa falta de práctica del que luego fue el primer presidente gallego se compensaría con el rodaje de José Manuel Romay Beccaría o José Luis Barreiro Rivas, el protagonista, paradójicamente, de la ruptura del gobierno de Albor.

También el Partido Galeguista se escindió del Partido Obreiro Galego. Por eso una parte de galleguistas históricos -Benxamín Casal, Carlos Casares, Alfredo Conde o Ramón Piñeiro- desembarcaron en el PSdeG. En el seno de la UCD no estaban mejor. Sin cohesión interna y con dos facciones "claramente marcadas", señala Ramallo: la de Suárez Núñez -bajo el respaldo de Pío Cabanillas, presidente del Gobierno- y la de José Quiroga. Eso explica que a la convocatoria acudieran un total de 16 partidos.

La hegemonía se decidió por solo 27.000 papeletas. Alianza Popular logró el 30,5% y la UCD el 28%. Los acuerdos de ambos facilitaron la inauguración de la Xunta con Albor al mando. Los socialistas obtuvieron el 20% (16 escaños) de mano de Francisco Vázquez; el Bloque-PSG, tres escaños; y uno Esquerda Galega y el Partido comunista. "Ante estos resultados y desde un punto de vista general, se podría decir que se aprecia una escasa proyección del galleguismo nacionalista", cuenta Ramallo. A diferencia de lo que había ocurrido en las dos otras autonomías con nacionalidades históricas. ¿Cuánta gente votó? El 53,9%. Fueron 16 puntos más que en el referéndum autonómico.

Muchos en estos años de cambio político, a raíz de la entrada en escena de los nuevos partidos, ven semejanzas con lo que vivía España en la primitiva democracia. Caras nuevas. Gente más joven, más inexperta. Claras distensiones internas en las formaciones. Pero, ¿y las diferencias? Al margen de lo que la nueva política pueda tener realmente de la vieja, en el caso de la Cámara gallega la gran disparidad está en los partidos que se sientan en ella. No es la única. La paulatina entrada de las mujeres, el perfil profesional, incluso la edad de los diputados. "Treinta años de parlamentarios gallegos" revela hasta qué punto existe una metamorfosis en la élite política de la comunidad. De la que depende el día a día de más de 2,7 millones de personas.

| Cuando llegaron las mujeres. Porque no siempre estuvieron ahí. O, por lo menos, con la fuerza con la que están ahora. En la primera y segunda legislaturas (1981-1989) su presencia fue "anecdótica", con tres y dos mujeres, respectivamente. Entre la tercera y la quinta (1989-2001) se labró la incorporación progresiva: 12 diputadas, 13 y 18. "A pesar de que el Parlamento de Galicia aprobó la Ley autonómica gallega para la igualdad de mujeres y hombres en 2004, esta no afectó en absoluto a la composición por sexos en la misma", subraya Elena Ramallo. El aumento "considerable" llegó después. Con la entrada en vigor en 2007 de la Ley de Igualdad que exige a los partidos contar con al menos un 40% de mujeres en sus listas "en tramos de cinco, impidiendo así que sean situadas en puestos de relleno como se había llevado a cabo en numerosos casos".

El 41,2% de los escaños del Bloque en la séptima legislatura fueron para diputadas, que subieron al 46,6% en la octava. El 40,7% en el PSdeG. El crecimiento "fue más contenido" en el PP, que pasó del 35,4% en la sexta legislatura al 45% en la octava.

Pontevedra destaca, según el trabajo de Ramallo, por "sus elevados porcentajes de presencia femenina". Cerca del 28% de sus representantes. Son, en general, políticas más jóvenes, el 80,2% con título universitario y un alto grado de renovación, el 74,1%.

| El Parlamento también envejece. En las cuatro primeras legislaturas se concentra "la élite parlamentaria más joven". La edad media osciló entre los 43 y los 45 años. En las cuatro siguientes se llegaron a rozar los 48 años. "El envejecimiento que muestra la media de edad de los parlamentarios puede obedecer a dos situaciones: la mayor permanencia en los cargos y el hecho de que la élite parlamentaria reflejaría a la sociedad a la que representa, que cada vez se encuentra más envejecida", señala Ramallo, con el matiz de que el Parlamento gallego no se caracteriza precisamente por un mayor mantenimiento del escaño que otras Cámaras. Por partidos, la media global de las tres décadas analizadas se sitúa en los 46,9 años entre los nacionalistas; los 45,6 años en el PP; y 44,4 en el PSdeG.

| El peso de los grandes concellos. Evidentemente, no todos los ayuntamientos de la comunidad tienen un pie en O Hórreo, pero tampoco los que sí están guardan la misma representación. "Las grandes ciudades no solo están todas ellas representadas en todas las formaciones políticas, sino que están sobrerrepresentadas -indica la doctora en Derecho y directora de la Cátedra Internacional RSC Santander Galicia-Norte Portugal-, mientras que los otros municipios, sobre todo rurales, se encuentran en una posición de infrarrepresentación".

Más del 60% de los diputados de la primera legislatura tenía su origen en alguna de las siete urbes de mayor población de Galicia. Alrededor de un 10% procedía de localidades de entre 15.000 y 40.000 habitantes. Por encima del 20%, de los concellos más pequeños. En la octava legislatura, los primeros rondaban el 50%; los de zonas intermedias se mantenían más o menos igual; y el origen rural representaba un 30%. "La procedencia geográfica, en términos generales, no parece ser una condición que se prime en el reclutamiento político -concluye Ramallo-, es decir, no es una cualidad determinante cara a formar parte de unas listas".

| ¿Meritocracia? "El análisis de la variable nivel académico, entre otros aspectos, nos permitió abordar si la clase política gallega había ponderado mayormente la meritocracia, signo de desarrollo de la clase política en las sociedades modernas, o si los partidos políticos primaron la fidelidad ideológica y conveniencia política a la hora de colocar a sus candidatos en una lista electoral, con el fin de ocupar un escaño o un destacado lugar en la administración pública", justifica Ramallo, especialmente ante "el momento actual", marcado "por una crisis de representatividad política a todos los niveles institucionales, que en muchos casos se razona sobre la existencia de una representación institucional de baja calidad".

Pues el análisis -inédito hasta ahora en Galicia y para el que la autora ha tenido que batallar contra "el implacable celo por parte de los servicios legales del Parlamento en el cumplimiento escrupuloso de la ley de custodia de datos, su "principal inconveniente"- arroja "un nivel de formación académico elevado, con una mayoría de universitarios". Los doctores superan ligeramente el 10% que ya representaban en la primera legislatura. Los licenciados, sin embargo, pasan de un 60% a cerca del 45%. "Los diputados que no presentan estudios reglados de ningún tipo registran su mayor incremento en las dos últimas legislaturas -indica-, con porcentajes del 6,2% y el 4,3%, respectivamente". Solo no hubo ninguno sin formación académica en la tercera (1990-1993).

Entre los diputados populares destaca el título de diplomatura y las carreras de Derecho, Ciencias de la Educación y Medicina. En los socialistas, un 57% licenciados, sobresalen Derecho, Medicina y Económicas/Empresariales. En el Bloque está la mayor cantidad de doctores (13,7%) y también la de diputados sin estudios (5%). Predomina Arquitectura, Derecho, Matemáticas y Químicas.

| Burocratización. Hay una categoría profesional que destaca muy por encima de todas. Legislatura tras legislatura. En todos los partidos. Son los funcionarios. Su peso se quedó en menos del 40% del total entre 1981 y 1989, pero en las siguientes etapas de la autonomía no bajó de ese porcentaje, llegando incluso a representar más del 50%. Aquellos de los que no se conocen sus antecedentes laborales no son pocos. En la séptima legislatura, por ejemplo, se acercaron al 20%. "Índices elevados", incide Elena Ramallo.

| Los fichajes... internos. Los partidos no se van muy lejos en busca de candidatos idóneos a engrosar sus filas. Los diputados vienen de dentro. La principal vía de reclutamiento es "la organización del partido". El 44%. Muy cerca, la política local (43,7%), "debido al importantísimo aporte por parte del PP a esta vía". La apertura es mínima. Solo el 12% empezó su trayectoria política en el Parlamento.

| Los que repiten. De las 690 actas contabilizadas en estos 30 años analizados en el libro de Ramallo, publicado por el Centro de Estudios Eurorrexionais Galiza-Norte de Portugal, solo estuvieron una legislatura 245. El 35,5%. El 64,5% repitió en dos o más ocasiones. El récord lo marca el socialistas Ismael Rego: estuvo 28 años.

Si hubiera que trazar, por lo tanto, la radiografía básica de la "élite paralmentaria gallega", el resultado sería "análogo al perfil sociopolítico de los parlamentarios autonómicos de otras Cámaras sobre las que se ha realizado estudios". Con las peculiaridades propias de la comunidad sale un hombre, de origen gallego, con una media de edad de 45,6 años, de procedencia urbana y formación académica universitaria de licenciado en derecho, su categoría profesional es la de funcionario y ha sido reclutado principalmente en el seno del partido.