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Pescanova SA arranca su ofensiva contra los grandes bancos de España por 300 millones

Vigo acoge el 22 el primer gran juicio de la antigua matriz contra el "holding" para anular el préstamo -Asume que deberá solicitar la liquidación si pierde este juicio contra el G7

Los consejeros de la "vieja Pescanova", durante la última asamblea general. // Cristina Graña

En abril de 2014 el núcleo duro de la banca acreedora de Pescanova SA ( vieja Pescanova) se cansó de negociar un convenio con Damm y Luxempart y decidió que asumiría las riendas de la multinacional. Pagó a ambos socios "un máximo de tres millones" -por los trabajos prestados con la redacción de un plan de futuro, que no se cumplió- e incluyó una cláusula para convencer a los demás acreedores financieros de que el grupo tenía futuro. Por cada euro que Pescanova utilizase de un crédito de 125 millones tendría que devolver 2,4 euros adicionales, con lo que la banca pasaría a ganar 300 millones solo en este sobrecoste. Se llamó crédito supersenior y será en dos semanas el objeto de la primera gran disputa judicial entre la sociedad anónima y la empresa que asumió su negocio, Nueva Pescanova SL. El día 22 los juzgados de Vigo celebran la audiencia previa de este préstamo, en el que en última instancia la antigua matriz pesquera se enfrenta a los mayores bancos del país: Sabadell, CaixaBank, Abanca, Santander, Bankia y BBVA (además del italiano UBI). Fueron ellos, las entidades del grupo G7, los que suscribieron el préstamo.

"Las condiciones fueron excesivamente onerosas frente a las condiciones de mercado", entienden en la vieja Pescanova, que asume que irá a liquidación si pierde el juicio. "El hecho de que la demanda de nulidad del crédito supersenior haya de interponerse frente a la propia Nueva Pescanova (NPVA) y los, al menos, siete acreedores que lo concedieron, podría incrementar notablemente esas estimaciones de costas", que la sociedad calcula de inicio en 800.000 euros. La demanda se fundamenta sobre el siguiente pilar: si se anula el crédito se eliminarán unos 320 millones de euros de "deuda bruta" en las cuentas de la multinacional, así que la ampliación de capital aprobada en abril de 2017 ya no sería necesaria. "Se trata de una operación [por el supersenior] realizada en un evidente conflicto de intereses entre NPVA y sus acreedores-socios, y en unas condiciones injustificables de onerosidad para NPVA, perjudicando con ello sus fondos propios", clama la antigua cabecera del grupo.

Es una carambola con la que la vieja matriz aspira a recuperar el 20% del accionariado de Nueva Pescanova. Según la cotización actual de la sociedad anónima, este paquete tendría un valor de 1.000 millones de euros. ¿Cómo? A día de hoy la SA cuenta únicamente con el 0,7% de la pesquera y su capitalización bursátil es de algo más de 35 millones de euros. El 100% de la compañía que preside Jacobo González-Robatto valdría 5.000 millones en Bolsa si se extrapolasen estos valores. Eso sí, por el paquete del 0,46% del que se deshizo el mes pasado Deutsche Bank pidió 0,25 euros por título, como anticipó FARO. Será preciso esperar a Santander, que ha entablado ya contactos con fondos de inversión para desprenderse de su participación, para tener una idea más clara del valor que los propios socios otorgan al holding pesquero. El Registro Mercantil otorga al banco de Ana Botín un paquete de casi el 10%, heredado tras la adquisición de Grupo Banco Popular.

El crédito en discordia

El crédito fue diseñado por Damm y Luxempart con el respaldo de los fondos Kohlberg Kravis Roberts (KKR) y Ergon Capital Partners. El G7 modificó el texto para introducir una "contraprestación" para los acreedores "por las quitas y esperas planteadas en el convenio", de 1.860 millones de euros. A cambio, como publicó FARO, los bancos se comprometieron a pagar a Damm y Luxempart "un máximo de tres millones de euros por los gastos incurridos" en la elaboración de la propuesta de convenio" en 2014, un pago que no se conocería hasta un año después. El supersenior fue el mecanismo que convenció a más de un centenar de acreedores para respaldar los convenios en filiales como Frinova o Bajamar Séptima, que afrontaron un riesgo real de quiebra.

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