Maderas Iglesias llegó a ser el mayor fabricante español de pavimentos de madera y tarima flotante, pero acumula ocho años de crisis en los que ha prescindido de unos 300 trabajadores -casi todo mujeres- y en los que ha perdido gran parte de su volumen de negocio. Un adelgazamiento que irá a más en pocos días si prosperan los planes de la dirección, que acaba de plantear al comité de empresa un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) extintivo para 140 trabajadores. Es la mitad de la plantilla, compuesta a día de hoy -según las últimas cuentas anuales- por 290 personas. Con esta medida la firma pretende evitar su liquidación, un escenario que también ha puesto sobre la mesa pese a haber superado un concurso de acreedores. "Nos han dicho que la otra opción es cerrar", constata Francisco Estévez, de CC OO. Maderas Iglesias, del grupo IG, presentará el ERE el 12 de enero, la fecha límite que se han marcado los trabajadores para conseguir una vía alternativa.

Y sin la actual dirección, a la que consideran deslegitimada para seguir al frente de una firma fundada por Antonio Iglesias en 1937. "En ocho años no han sido capaces de encontrar una solución, no lo han conseguido", expone Rubén Pérez, responsable de la federación de Industria de UGT-Vigo. "No tienen ya ninguna credibilidad", apostilla su colega en Comisiones. La empresa ha encadenado hasta siete expedientes regulatorios y, según fuentes de la plantilla, "ha ido esquivando los problemas con la liberación de stock". Pero la facturación, que el año pasado no llegó a los 16 millones de euros, está muy lejos de los más de 200 que alcanzó el grupo antes del colapso del boom inmobiliario en España y, sobre todo, del estallido de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Allí enviaba buena parte de su producción, y el tirón de su mercado residencial motivó, en 2006, que hiciera de la de Porriño la mayor factoría del mundo en tarima flotante. De las filiales de Alabama, Poznan (Polonia), Bratislava (Eslovaquia) y Curitiba (Brasil) ya "no queda nada".

Los alcaldes

"No hay carga de trabajo, no hay financiación, no hay liquidez. Y si despide a la mitad de la plantilla no veo yo cómo va a pagar las deudas", lamenta Estévez. Por eso en el comité de empresa han movilizado a los gobiernos municipales de Porriño, Mos, Salceda de Caselas, Mondariz, Ponteareas y As Neves para que hagan presión frente a la Xunta a fin de encontrar un escenario alternativo que permita que la empresa no cierre. "A ver si puede llegar un grupo inversor. Lo que quisimos fue presionar para que mediaran en una reunión", añade Pérez. Ponen como ejemplo el caso de Pescanova, donde se implicó la administración autonómica. En Maderas Iglesias la deuda roza los 55 millones de euros, de acuerdo a los datos que manejan entre los empleados.

En Porriño hay prisa por encontrar una vía de escape y los gobiernos locales han pedido de urgencia un encuentro "al más alto nivel". "La empresa recibió fondos en su día del Igape y todos los grupos del Parlamento de Galicia apoyaron una iniciativa para hacer viable Maderas Iglesias". Es a lo que se han aferrado en los concellos donde residen la mayor parte de los trabajadores para implicar a la administración autonómica. De momento, y pese a los problemas con el pago de nóminas que llevaron a la plantilla a movilizarse en Vigo, la compañía solo adeuda la paga extra de Navidad. "O viene algo pronto o esto cierra".