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La estrategia hacia una economía sin combustibles fósiles

España se saltará "el fin del carbón" si no despliega las renovables a todos los sectores

El grupo Economics for Energy apela a trabajar ya en la descarbonización de la economía y un mayor uso de la electricidad para lograr una transición energética "a coste razonable"

Xavier Labandeira y Pedro LInares, ayer. // FDV

A la economía y el carbón les quedan todavía unas cuantas décadas de convivencia. Es una despedida larga y lo será más si no empieza a prepararse ya. En la cumbre sobre el cambio climático celebrada el pasado martes en Francia, el presidente del Gobierno insistía en que España va a cumplir "sin ningún tipo de problemas" con la meta marcada por la Comisión Europea para 2020: un 20% de reducción de gases de efecto invernadero, el 20% del consumo procedente de fuentes renovables y un 20% más de eficiencia energética. "No podemos suprimir el carbón de un día para otro", justificaba Mariano Rajoy, ante el intenso debate en España tras la decisión de Iberdrola de cerrar las dos centrales térmicas que le quedan. En 2030, el salto es cualitativo y cuantitativo. Las emisiones deben caer un 40%, como preámbulo al fin del carbón en 2050. A lo primero España llegará sin problemas. "Será relativamente sencillo cumplir con los objetivos de descarbonización", concluye Economics for Energy, el grupo de investigación liderado por Xavier Labandeira, catedrático de la Universidad de Vigo, y Pedro Linares, experto de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad Pontificia de Comillas. El desafío de 2050 no está tan claro. España solo dirá adiós a los combustibles fósiles si realmente apuesta por un sistema energético eficiente y sostenible que llegue a todos los sectores.

Si los objetivos para el sector energético español a 2030 "parecen asequibles", los planteados a mayor plazo "son complejos y exponencialmente mayores a medida que aumenta el nivel de descarbonización a alcanzar", subrayan Labandeira y Linares, después de analizar cuatro escenarios que pueden darse, en función de la coyuntura económica, la evolución de la tecnología o, incluso, si se relajan o no los límites a las emisiones contaminantes.

En un posible escenario sin cambios en las emisiones y crecimiento continuo de la economía, no hay problemas de financiación a las tecnologías que ayudan a descarbonizar y elevan la eficiencia. Las nucleares sobreviven hasta 2030, pero en 2050 casi toda la producción eléctrica viene de eólica y solar, lo que obligaría a instalar 90.000 megavatios (MW) en parques de aerogeneradores y 128.000 en tecnología de aprovechamiento del sol, entre otras inversiones.

Un segundo escenario con "cierta tibieza" por parte de los países europeos aleja el cumplimiento. Crecen las renovables, pero el petróleo sigue siendo combustible de referencia para el transporte y el carbón mantiene "una participación mínima".

El tercer escenario se asienta en un "avance tecnológico acelerado". A menor coste, más fácil es la penetración de las centrales renovables y mayor la electrificación de la economía, que es una de las principales recetas de Economics for Energy en la hoja de ruta ideal para la transición a una economía baja en carbono.

El último de los escenarios, con una economía estancada, deja al petróleo con un 20% de cuota en el consumo y un aumento de las emisiones provocado por el mayor consumo y la contribución "limitada" de las renovables.

Ahorro y eficiencia son claves para lograr la descarbonización "a un coste razonable", indica el grupo de investigación apoyado por varias de las grandes multinacionales españolas (Inditex, Santander, Gas Natural Fenosa, Iberdrola, Acciona o Ferrovial, entre otras), además de Funcas o las universidades de Vigo y Comillas. El sector eléctrico está destinado a jugar un papel protagonista. Porque es hoy el líder de las emisiones y porque concentra la mayor parte de las fuentes limpias. Lo que obliga también, según los expertos, a exprimir dispositivos de almacenamiento "para proporcionar energía en periodos de varias semanas en los que el recurso renovable no esté disponible".

El informe señala a la industria y el transporte como dos de los retos importantes en la estrategia de descarbonización. En el caso del sector industrial, para lograr nuevas tecnologías que proporcionen energía térmica de alta temperatura. La biomasa es una opción, pero no hay que olvidar que lanza emisiones a la atmósfera. Para los coches, la salida pasa por los vehículos eléctricos o propulsados por hidrógeno.

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