El Grupo PSA ha acabado siendo un negocio redondo para el Estado francés. La APE, la Agencia de Participaciones del Estado de Francia, anunció esta semana la cesión del 12,7% que posee en el capital del consorcio automovilístico presidido por Carlos Tavares al banco público de inversión Bpifrance. La transferencia de esas acciones se ha realizado por valor de 1.920 millones de euros, lo que teniendo en cuenta los 800 millones invertidos por el Estado galo en PSA cuando entró en su accionariado en 2013 para inyectar financiación a la empresa (al igual que Dongfeng), significa que se ha logrado una plusvalía de 1.120 millones de euros.

El dinero obtenido servirá para "financiar las inversiones del Estado accionista". La transacción se formalizará una vez que la asamblea general del Grupo PSA el próximo 10 de mayo dé su visto bueno a la adquisición de Opel, "signo de una estrategia dirigida a la conquista y el desarrollo internacional", según precisó APE. "El Estado -apuntó- ha jugado plenamente, por tanto, su papel de accionista de referencia, al acompañar la estrategia puesta en marcha por el directorio y la dirección de la empresa, cuyos resultados son excelentes".

En cuanto a Bpifrance, la adquisición se enmarca en su estrategia de invertir en "empresas líderes, innovadoras y que encarnan la industria francesa del futuro. Con Bpifrance, la APE dejó claro que el sector público francés "seguirá siendo un accionista de referencia del grupo PSA". El banco público asumirá "los derechos y obligaciones" del pacto de accionista con la familia Peugeot y el fabricante automovilístico chino Dongfeng Motor (DFM), que tienen cada uno también la misma participación que el Estado.

La salud financiera del grupo ha cambiado radicalmente en estos últimos cuatro años, en los que pasó de pérdidas milmillonarias a beneficios récord y a pactar la compra de Opel, lo que convertirá a PSA en el segundo fabricante de Europa y el octavo del mundo.