Tavares lo tenía claro desde el principio. El ejecutivo luso, ya meses antes de su fichaje como presidente del Grupo PSA -en su etapa como "número dos" en Renault-Nissan-, aseguró que su objetivo profesional era llegar a pilotar uno de los mayores fabricantes de automóviles del mundo, y está a punto de lograrlo. Desde que se puso a las riendas de la multinacional gala, PSA ha pasado de sufrir pérdidas multimillonarias a volver en tiempo récord a la senda de la rentabilidad y, si se confirma la compra de Opel, a convertirse en el segundo fabricante de coches de Europa.

Su pragmatismo (la rentabilidad económica prima por encima de todo) y ambición se ha transmitido a todo el grupo francés, que se ha fijado como meta ser líder en servicios de movilidad, adelantándose a los cambios en el sector del automóvil. Comprar Opel es un paso más en la carrera por ese liderazgo. En su estrategia, Carlos Tavares también apuesta por Asia (tiene cinco plantas en China y otras dos en proyecto, en India) y la región África-Oriente Medio, donde se instalarán fábricas y centros de ensamblaje en Marruecos, Argelia, Túnez, Nigeria, Etiopía, Kenia e Irán.