Perfumes, geles, productos veterinarios, pescado fresco y congelado, fotografía, coches y motos, muebles, ropa, cerveza o servicios de auditoría. Son algunos de los servicios para los que Silvio Berlusconi ha registrado su nombre como marca en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) - antes conocida como OAMI­-. El expresidente italiano ha patentado su apellido para que ninguna empresa pueda utilizarlo como marca denominativa (la palabra), aunque no ha incluido ninguna figurativa (dibujo o logotipo). La marca Berlusconi, que se inscribió en este registro comunitario en junio, está activa desde el 6 de enero y caduca en junio de 2026.

La tasa mínima para cumplimentar el registro es de 850 euros, a los que hay que sumar 50 adicionales para proteger la marca en más de un servicio y 150 euros por cada clase a mayores a partir de la tercera. Il Cavaliere ha querido blindar su nombre de tantos productos y servicios que ha tenido que abonar 4.950 euros por este trámite. Para el magnate italiano, más recordado hoy por sus excesos fuera del Palacio del Quirinale que por su gestión política, es calderilla. Según el ránking de billonarios de Bloomberg Silvio Berlusconi acumula un patrimonio de más de 7.900 millones de euros, lo que le convierte además en la mayor fortuna de Italia.

El potentado octogenario ha incluido como dirección fiscal el que hasta agosto era su propio domicilio, en la Via del Plebiscito de Roma, donde se había trasladado tras abandonar los mandos de la república italiana. En el número 102 se encuentra el Palazzo Grazioli, un edificio en el centro de la ciudad que Berlusconi convirtió en una especie de Moncloa o Casa Blanca (al estilo de Trump y su torre dorada de Nueva York), como ha relatado el periódico local Il Messaggero.

¿Pero para qué ha registrado su apellido como marca? “El registro de una marca otorga a la empresa el derecho exclusivo a impedir que terceros comercialicen productos idénticos o similares con la misma marca o utilizando una marca tan similar que pueda crear confusión”, explica la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), en su web. "Si la empresa no registra la marca, las inversiones que realice en la comercialización de un producto pueden resultar infructuosas ya que sus rivales podrían utilizar la misma marca o una tan similar que pueda confundirse para comercializar productos idénticos o similares”, añade. Que la marca Berlusconi sea potencialmente imitable con fines económicos por su reputación sería otro debate.