Apuntan en el sector a que Portobello tenía intención de entrar en el capital de Fandicosta a final de año por la misma razón que la que motivó la compra del 55% de Iberconsa: entrada constante de dinero en caja y un modelo de gestión contrastado. El incendio que calcinó la mitad de las instalaciones de Moaña se habría interpuesto. "Ángel Martínez no permitiría tirar los precios con esto que ha pasado, sobre todo porque está dispuesto a reconstruirlo y a empezar prácticamente desde cero", explica un experto que ha participado en la tasación de firmas del sector.

La capitalización de una compañía -siempre que tenga potencial de expansión, buen equipo de gobierno y volumen de negocio- es una de las vías que irán precipitando la concentración del sector pesquero, por eso Portobello no dio por cerrada con Iberconsa su incursión en el negocio de elaborados de productos del mar en Galicia. La otra vía es la unión de empresas más pequeñas para sortear bajos volúmenes de capital o la irrupción de actores externos con músculo financiero, ya sean españoles o foráneos.

El último ejemplo ha sido la ejecución de la compra de Hijos de Carlos Albo por parte de Shanghai Kaichuang, que quiere mantener en Vigo un polo industrial para que sea la guía de una factoría de 46.000 metros cuadrados en Zhoushan, como avanzó FARO. Una compra bien pagada, casi 61 millones de euros, equivalente a doce veces Ebitda (5,6 millones a cierre de 2014, según el registro mercantil). Y aquí aparece un tercer exponente: la consolidación de grandes conglomerados extranjeros.

La alianza del dueño de Albo con el gigante norteamericano Tri Marine asusta al sector porque la segunda de ellas está participada por Bolton Group, socia de Calvo y máxima accionista de Garavilla, y supondría forjar un equipo con un poder casi absoluto en el mercado internacional del atún. "Por interés o necesidad continuarán las compras", zanja el experto. Queda esperar.