La psicosis que sufre la industria automovilística europea por el temor a que estalle un nuevo escándalo de manipulación de emisiones contaminantes como el de Volkswagen se cebó ayer en Francia con los grupos Renault y PSA Peugeot Citroën. La noticia aireada por el sindicato galo CGT de que inspectores del Elíseo habían registrado varias sedes de la multinacional que preside Carlos Ghosn para revisar los programas digitales de medición de emisiones contaminantes desató el pánico en la bolsa y hundió el valor de Renault un 10,28%, aunque a mitad de sesión había llegado a caer un 20%, como avanzó ayer FARO en su edición web.

El desplome de Renault se contagió también al mayor fabricante de automóviles francés, PSA Peugeot Citroën, que al cierre de la jornada se dejaba un 5,05% de su valor en el selectivo CAC 40. De poco sirvió que Renault primero y después el Gobierno de Françoise Hollande matizasen que en las revisiones realizadas hasta el momento no se han detectado dispositivos fraudulentos, aunque el Ejecutivo francés sí reconoció que algunos modelos de esta marca se "exceden" en sus niveles de NOx y CO2.

Renault admitió ayer que las autoridades galas crearon, a raíz del caso Volkswagen, una comisión técnica para analizar las emisiones de los vehículos de las marcas en Francia, en una iniciativa que afecta a cien vehículos en total. La compañía señaló que en las pruebas iniciales no se detectó la presencia de un software malicioso en sus vehículos que alterara los niveles de emisiones.

No obstante, afirmó que, en paralelo, la Dirección General de Política, Asuntos del Consumidor y Competencia de Control de Fraude de Francia (DGCCRF) inició otra investigación que le llevó a visitar la sede central de la empresa, el centro técnico de Lardy y el Tecnocentro de Guyancourt. La firma automovilística aseguró estar colaborando con las autoridades francesas en dichas investigaciones y manifestó su compromiso con la reducción de la huella de carbono de sus vehículos.

A raíz de esta situación, la ministra francesa de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía, Ségolène Royal, aseguró que el grupo Renault no instaló ningún dispositivo manipulador en sus vehículos para alterar las emisiones, si bien indicó que las pruebas realizadas por las autoridades galas han detectado "excesos" en los niveles de dióxido de carbono (CO2) y de óxidos de nitrógeno (NOx) de la firma y de dos marcas extranjeras, sin concretar cuáles. Con respecto a PSA Peugeot Citroën, Royal ratificó que ninguno de sus modelos superó los límites establecidos.

El consorcio automovilístico que preside Carlos Tavares apuntó que estas pruebas iniciales también corroboran la efictividad del sistema de postratamiento de gases de la tecnología diésel BlueHDi, que utiliza una tecnología de reducción catalítica selectiva (SCR) para el tratamiento de los óxidos de nitrógeno (NOx) emitidos por los motores diésel. La compañía apuntó que en su caso no ha sido objeto de una investigación paralela por parte de la DGCCRF, como Renault.

Fiat, también bajo sospecha

El grupo italo-estadounidense Fiat Chrysler Automobiles (FCA) se dejó un 7,94% en la cotización de ayer en Milán después de que se diera a conocer que dos concesionarios en Estados Unidos han demandado a la empresa por ofrecerles primas económicas por manipular sus cifras de ventas. La denuncia señala que los representantes de la corporación ofrecieron pagos a los concesionarios por presentar informes comerciales falsos en el último día del mes para, en el primer día laborable del siguiente, anular la venta, antes de que se hiciera efectivo el pedido a fábrica.