El parte sobre el estado de las negociaciones en Pescanova arroja las mismas dolencias que en los últimos días. La de un distanciamiento evidente, crónico, entre las partes implicadas en una posible solución conjunta que evite el trámite de la liquidación. "La novedad es que no hay novedad", ilustran desde uno de los protagonistas de las conversaciones entre el consorcio de Damm y Luxempart y los principales bancos acreedores de la multinacional. Un mensaje repetido hasta la saciedad casi desde el primer momento en el que la alianza industrial y el pool bancario retomaron las negociaciones, pero que cobra más significado cuanto más se acerca el plazo legal establecido, el inmediato martes día 15, para recoger los apoyos a la propuesta de convenio presentada ante el juez.

La de ayer fue otra jornada meteórica en los contactos. Nunca ha dejado de haberlos y es muy probable que, aunque menos, se mantengan durante el fin de semana. Y de mucho trabajo interno. "Nuestros técnicos salieron el pasado jueves a las doce de la noche", aseguran en un banco del G6, a modo de ejemplo de lo que el proceso está suponiendo para todos. Eso, que pese a las dos posturas tan enfrentadas sigan las conversaciones es lo que mantiene entreabierta la puerta a un giro en el desenlace final. Aunque la banca es realmente muy poco optimista y así se lo han transmitido a la empresa. ¿Hay posibilidades reales de pacto? "Desde nuestro punto de vista, no", responden en el entorno de una de las entidades. "Y si la siguiente pregunta es si las hay para que se firme el convenio, la respuesta es la misma", añaden.

Claro que Sabadell, Popular, Caixabank, NCG, BBVA y Ubi Banca son los primeros en admitir que la visión de la situación no es la misma entre todos y que tampoco existe una opinión unánime en qué hacer. Entidades que apuestan por dar carpetazo sin más preámbulos al grupo cervecero y el fondo luxemburgués porque, sencillamente, "no se fían". "Lo más fácil es llegar a un acuerdo con ellos, pero se llegó y la ruptura fue por su parte. Los que tienen que rectificar son ellos", señalan, en referencia al pacto inicial que saltó por los aires con la presentación por parte de Damm de una propuesta de convenio que, entre otras cosas, rebajó de 1.000 millones a 700 la recuperación de deuda para la banca. Hay quien apuesta por una decisión común, la que salga por mayoría, y, una tercera perspectiva, los que marcan el camino de la firma "para quedarse con algo al menos". Sin mayor implicación, ni poner más dinero. "Para recuperar dinero hay que poner dinero, porque de lo contrario las pérdidas son elevadísimas", advierten los que no quieren ni oír hablar de esa opción.

Muro infranqueable

El muro infranqueable se mantiene en la cantidad a devolver. Los 1.000 millones de euros que demanda la banca. "El retorno al plan inicial", reiteran. El único cambio de calado comprometido por Damm y Luxempart -que desde la entrega al juez del documento destacan la necesidad de hacer cuentas realistas y soportables- son los 100 millones a mayores, un total de 500, en el tramo de pasivo a recuperar sin ningún tipo de condición, frente a los 200 millones, 100 menos de lo fijado en la propuesta de convenio, en el abono de la deuda condicionada a generar suficiente caja en la multinacional pesquera gallega.

Allí, en Chapela, se ha impuesto la discreción absoluta a la espera del final de vértigo. La liquidación es palabra tabú. Los bancos, sin embargo, recuerdan que esa fase no supondría el final de la compañía porque de no ir adelante el convenio su "plan de rescate" aportará los fondos necesarios para garantizar el esqueleto del negocio y las principales firmas nacionales, con las que -y ésta es otra de las diferencias- quieren renegociar su deuda y evitar el concurso exprés que Damm y Luxempart pidieron al juez para acompasar la reestructuración de Pescanova.