El bazar "Docobo" es un negocio familiar. Desde que abrió sus puertas en 1949, subraya su actual gestor, Ricardo Docobo, "ya se vivieron muchas cosas". Eso no impide "estar asustados", porque, como alega Docobo, "crisis como esta tampoco se recuerda; mi padre vivió malos momentos, pero esto supera todo lo vivido anteriormente".

Tanto es así que tomaron medidas antes de. "En este momento no tenemos a nadie contratado, aunque aquí llegó a haber tres personas. Cuando esos contratos se acabaron porque se jubilaron los trabajadores, ya no se fichó a nadie más previendo la situación que se iba a plantear", explica. Y eso que Docobo es de los que defienden que, si cada autónomo contratase a una persona, "el número de parados descendería bastante". Por eso, lo que echa "en falta" son "ayudas" a los autónomos, como no tener que pagar la Seguridad Social de los empleados, para pasar del dicho al hecho. "Si el Estado le paga a un parado y nosotros le damos empleo, ¿no cubre eso ya lo que gastaría en Seguridad Social?", plantea.

Para sobrevivir a la crisis Docobo apuesta por "innovar" y "estar actualizado". "Para superar esta coyuntura nos esforzamos por tener cosas de actualidad, una de las claves para que el negocio persistiese. Si no, nos morimos", proclama. De hecho, como parte de ese continuo proceso de actualización ya está preparando una página web "para buscar otros canales de negocio".

Sobre todo en un momento en el que, incluso en el casco histórico de Santiago, "no hay gente en la calle" y la crisis "se nota en la caja". "La gente no tiene el dinero y el recorte de sueldos a funcionarios, en una ciudad como Compostela, es un palo para el comercio de la zona", explica. Menos mal que acude en la salvación de los negocios los turistas extranjeros. "Si no es por ellos, pobres de nosotros", concede Docobo, quien explica que "el turismo nacional prácticamente no existe".

Con todo, este comerciante invita a la resistencia. "Si después de 63 años nos vamos a achicar, la llevamos clara". "Esto son ciclos y tengo la esperanza de que la situación mejore, porque, cuando se toca fondo, después se vuelve para arriba. En 1993 también fue grave la cosa y nadie se murió de hambre", expresa optimista.