Poco podrían imaginar los dirigentes europeos que tras la II Guerra Mundial intentaron reconstruir una Europa arrasada que 63 años después celebraríamos su aniversario con una Unión sin fronteras, una moneda única y hasta con un Parlamento europeo, pero al tiempo más cuestionada que nunca.

Los políticos consultados por Efe ponen en valor los avances logrados desde que arrancó el sueño de una Europa unida el 9 de mayo de 1950 con la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, impulsada por el entonces ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman.

Sin embargo, no ponen en duda que hoy la credibilidad del proyecto se tambalea por una crisis económica para la que no se encuentra una salida.

Para el ex secretario de Estado de la UE Diego López Garrido, del PSOE, "siempre hay motivos para celebrar el Día de Europa", aunque en la actualidad está para más lamentaciones que celebraciones.

Hasta que se desató la crisis económica y financiera, hace casi seis años, la UE había tenido efectos "muy positivos" -dice López Garrido-, pero hoy por hoy la gente está esperando una solución a este problema, que no termina de llegar.

Los pasos dados hasta ahora han sido "gigantescos" en opinión del socialista Alfonso Guerra, quien, sin embargo también lamenta la parálisis del proyecto.

"Lo que lanzó Schuman hace 60 años y lo que impulsó de una manera extraordinaria Jacques Delors, hoy está paralizado", recalca Guerra.

"Justamente hay que celebrar el Día de Europa cuando más necesitamos seguir construyendo el sueño utópico con el que comenzamos esta andadura", añade el diputado popular Rubén Moreno, que ve preocupante la desafección de los ciudadanos, pero apuesta por "reconquistar la ilusión" de los europeos.

Moreno, portavoz del PP en la Comisión Mixta para la UE, cree que no hay "vuelta atrás", que "no queda más remedio que construir un entorno fuerte en un mundo globalizado".

Su receta es buscar soluciones "juntos" para las debilidades que ha puesto de relieve la crisis, que se centren en la unión bancaria, económica y fiscal, así como en la unión política y el papel de los parlamentos para dar legitimidad a las decisiones.

Desde CiU, Jordi Xuclá considera que hoy "no podemos mantener la ficción del ideal europeísta", y aboga por "más Europa", si bien comparte que "el impás actual de la construcción europea es insoportable para mucho tiempo más".

Para Xuclá, la solución está en una mayor integración política y bancaria, un debate sincero entre Estados, entre el norte y el sur, para "construir Europa" y una revisión de los mecanismos de funcionamiento en la eurozona.

Mucho más pesimista se muestra el diputado de ERC Joan Tardá, en cuya opinión Europa ha entrado en un proceso de "dualización" que puede conducir al fracaso.

Su diagnóstico es que hay un riesgo real de que desaparezcan las sociedades europeas tal y como se concibieron y como se han ido construyendo desde la mitad del siglo XX, con un Estado social que comportaba una mínima socialización de la riqueza.

López Garrido, en cambio, no cree que exista la posibilidad de que la UE acabe por desaparecer, ni siquiera el euro, y argumenta que hay tanta integración y tantas cosas que unen a los europeos que es imposible que haya marcha atrás.

Servir para salir de la crisis

La Unión supo dar respuesta al desafío que se creó después de la II Guerra Mundial o de la caída del muro de Berlín "y lo superó". "El futuro de la Unión dependerá de si supera este desafío, que es servir para salir de la crisis", proclama el diputado socialista.

Y esa respuesta debe pasar, a su juicio, por adoptar políticas de estímulo de la economía, porque la "austeridad a palo seco" aplicada en los últimos años ha demostrado ser "un fracaso".

En este momento los intereses de la UE "están manejados por una parte de Europa", opina la diputada de Coalición Canaria Ana Oramas, que cree que "hay que volver a los intereses de la colectividad de los europeos y no a los intereses del que paga".

Del mismo modo, Tardá interpreta que la Unión se encuentra en una encrucijada, en la que tiene que escoger si se construye la UE de los pueblos, en la que se uniformizan los regímenes fiscales y las condiciones de vida de sus poblaciones, o se consolida "la deriva" que "tiende hacia la Europa de los mercaderes".

"Esta Europa de los mercados va en contra del sueño europeo", se lamenta Tardá, que ve un triunfo de los euroescépticos en el hecho de que ya no se avance en el proyecto de liberación, de progreso y de socialización de la riqueza sino en "una Europa rica en el norte y una Europa pobre en el sur que trabaja barato para los ricos".

Sin embargo, Xuclá piensa que es posible encontrar una fórmula sensata y audaz, como la que hallaron los ciudadanos europeos hace 63 años, para "superar viejas heridas, el mal absoluto que supuso la guerra, del Holocausto y el totalitarismo".

"Así no podemos continuar -subraya- porque estamos en una 'gavia de oro', el mundo creciendo a un 3,5 y 4 por ciento y el problema es Europa".

El reto es encontrar la senda por la que seguir avanzando:"no vale integraciones a medias, hay que hacerlo todo al mismo tiempo y además bien", destaca Ruben Moreno.

"Hoy, los dirigentes europeos, a mi juicio particular, no han entendido qué es lo que está ocurriendo en la economía europea y eso está separando mucho a los ciudadanos de un proyecto, que nunca fue muy sentido porque es muy amplio y lleva mucho tiempo realizarlo", concluye Alfonso Guerra.