El profesor Juan José Toribio (Valladolid, 1940) es director de la Fundación Internacional IESE, profesor emérito de Economía de esta Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra y presidente del Centro Internacional de Investigación Financiera (CIIF). Doctor en Economía por la Universidad de Chicago y graduado por la Escuela de Negocios de Harvard, durante diez años fue director del IESE.

– ¿Es tan grave la situación del sector financiero español?

– Tiene problemas de solidez patrimonial por los activos inmobiliarios que ha heredado a consecuencia de las ejecuciones. Necesita recapitalizarse, sin lo cual será difícil que obtenga la confianza de los mercados internacionales. Además, le falta liquidez y no tiene acceso al mercado interbancario para captarla ni puede colocar sus emisiones de bonos. Por ello, para restablecer el crédito debe recapitalizarse como condición necesaria.

– Pero los sucesivos planes de reestructuración no parece que hayan disipado la desconfianza ni resuelto los problemas.

– Se están dando pasos importantes, como las provisiones por los activos heredados y otros impagados. Pero hay otros créditos dudosos que precisarán más provisiones. Y además se necesita seguir recapitalizando y acometer más fusiones para que queden menos entidades pero más solventes. Esto está pendiente.

– Ha habido ya muchas fusiones y ahora se piden más entre grupos ya fusionados. Pero algunos grupos no lo ven necesario.

– Depende de las entidades. Las hay que ya tienen tamaño suficiente para acudir a los mercados mayoristas y no precisan ir a nuevas uniones, pero otros grupos aún deben dar más pasos en el proceso de concentración.

– ¿Por qué está costando tanto esta reestructuración bancaria?

– Todas las crisis bancarias del pasado se resolvieron en una situación en la que los bancos centrales tenían la capacidad de emitir moneda y a la vez la regulación y supervisión del sector. Es decir, tenían el palo y la zanahoria. Estamos ante la primera vez que el Banco de España se enfrenta a una crisis de este tipo sin capacidad de emitir moneda, una facultad ahora sólo en poder del Banco Central Europeo (BCE). De las crisis bancarias anteriores se salió siempre generando dinero e inflación. Ahora ya no se puede hacer y tampoco pueden hacerlo los gobiernos con dinero del Presupuesto.

– ¿Y el BCE?

– El BCE emite el dinero, pero no tiene capacidad de supervisión. Debería haberse concentrado también la supervisión bancaria en Fráncfort, pero no se hizo y estamos lejos de esta solución.

– ¿Pero puede la banca, en su actual situación, costearse su propio saneamiento, como se le exige?

– No puede. Y si se hace un "banco malo" o similar, la cuestión es quién pone el dinero. Éste es el problema.

– ¿Será malo para España quedarse en junio por vez primera sin un representante en el comité ejecutivo del BCE?

– Sí, y en las actuales circunstancias, peor. Se da por seguro que a José María González Páramo no lo sustituirá otro español cuando acabe su mandato. Y justo ahora, cuando el Mecanismo de Estabilidad Financiera va a ser gestionado por el BCE, es cuando más importante es que estuviéramos en ese órgano.

– En recesión, con la demanda interna hundida y con el mercado exterior o en recesión (Europa) o ralentizándose (emergentes), España acomete un intenso ajuste del gasto público. ¿Esto no nos condena a la parada cardiaca?

– Puede ocurrir, pero no tiene por qué ser así. Algunos análisis apuntan alguna mejora internacional. El PIB español caerá este año el 1,7% por el retroceso de la demanda interna del 4,4%.Lo que nos salva es la demanda externa. El problema de la consolidación fiscal y sus efectos contractivos sobre la economía lo tiene toda la UE. Pero una política presupuestaria contractiva para reducir los déficits debería ir acompañada de una política monetaria más expansiva. El BCE ya ha hecho relajación monetaria, pero quizá debería ir más allá en la inyección de recursos porque no podemos dejar que se nos muera el enfermo. El candidato socialista francés, François Hollande, ha hecho algunas sugerencias, como que el Banco Europeo de Inversiones financie más inversiones y dar más dinamismo a los fondos estructurales de la UE.

– ¿Está justificado el miedo a la inflación que pudiera generar una política monetaria del BCE mucho más expansiva?

– El temor alemán no es irracional. Una cosa es la UE vista en su conjunto y otra, cada país en particular. El déficit público de la UE en su conjunto está en el 4,2%, inferior al de EE UU (8,5%), Japón (10%) y Reino Unido. Pero otra cosa es cuando descendemos a los países de la UE. España tiene el déficit que tiene y no tenemos a nadie que nos lo financie. Y no podemos acudir en exceso a las instituciones sin que nos intervengan. España no tiene alternativa. Cuando California tiene este mismo problema, EE UU lo resuelve, pero en la UE no ocurre lo mismo.

– ¿No estamos, por tanto, ante la evidencia de una unión monetaria incompleta y mal concebida en Europa?

– Ésta es la madre del cordero. No tenemos una fiscalidad única en Europa, ni una autoridad presupuestaria central y al BCE no se le ha dotado de capacidad disciplinaria y regulatoria. Pero esto no es solucionable a corto plazo. El reto es cómo avanzamos hacia ello de forma políticamente asumible. Acabamos de ver cómo en Holanda y Francia hay dificultades para ratificar el Tratado para la Estabilidad, la Coordinación y la Gobernanza. Toda la arquitectura europea es difícil. Pero también es cierto que desde el Tratado de Roma para acá Europa siempre ha superado todas las dificultades y desafíos.

– ¿No es difícil de entender que una gran potencia mundial como la UE lleve dos años y cinco meses sin ser capaz de resolver el problema griego cuando apenas supone el 2% de la Unión Europea?

– Deberíamos haberlo resuelto más rápidamente, pero tampoco los griegos han ayudado. El FMI es el ariete de los rescates, acompañado por el Fondo de Estabilidad Financiera Europea y el BCE. Y el FMI no presta dinero, sino que abre una cuenta de crédito sobre la que el país puede girar si cumple sus compromisos trimestrales. Y Grecia no los ha cumplido.

– ¿En la crisis de confianza sobre España (que surge en enero de 2010) hubo contagio por la crisis griega de fines de 2009?

– Sin duda. Aunque la periferia europea tenía problemas, hubo un contagio tras el caso griego. Lo mismo ocurrió con el impago y reestructuración de la deuda griega.Quizá no había otra alternativa, pero también tuvo un efecto negativo.