La Consellería do Mar prepara un nuevo decreto para regular la primera venta de pesca fresca, es decir, las operaciones que se realizan en los puertos y lonjas gallegas. La novedad más destacada es que va a prohibirse la denominada "venta directa", y esto es tanto como decir que se va a acabar eso de que un particular pueda acudir a cualquier rula y adquirir producto de las mismas características y en las mismas condiciones que cualquier empresario o distribuidor.

La explicación es clara. La pescantina de una plaza cualquiera compra un kilo de producto a un precio determinado en la lonja, y para venderlo después tiene que añadir un margen suficiente que le compense, ya que debe pagar diferentes tasas, hacer frente al IVA, afrontar gastos como los de combustible e incluso paliar las mermas, ya que en muchos artículos un kilo comprado en lonja ya pesa mucho menos cuando llega a la plaza de abastos, pues va perdiendo agua.

Lo que sucede es que no va a vender ese producto, con el incremento de precio correspondiente, si resulta que el cliente de turno puede ir directamente a la plaza y, sin pagar impuestos ni gastos de ningún tipo, comprar el mismo artículo a idéntico precio que la pescantina.

Eso es lo que se va a acabar, o al menos así se persigue con el decreto que, aún en fase de borrador, prepara la consellería do Mar.

Hasta ahora la normativa permite vender un máximo de tres kilos de producto a cada particular que acude a la lonja. Esto es lo que animaba a muchos ciudadanos a acudir a diferentes puertos para comprar todo tipo de artículos, y en consecuencia ya no necesitan acudir después a las plazas de abastos y pescaderías.

La consecuencia es evidente: un descenso de clientes generalizado y preocupante en esos negocios. Se cree, pro tanto, que al prohibir la venta directa en lonja también se contribuye a la recuperación de los mercados.