La población de anchoa en el caladero del golfo de Vizcaya, reabierto en 2010 tras cuatro años de veda, volverá a caer en picado si la Unión Europea autoriza más capturas de las aconsejables para mantener los stocks por encima de 33.000 toneladas, el cupo establecido por Bruselas como límite de seguridad biológica. Especialistas como Pedro Abaunza, director del Instituto Español de Oceanografía (IEO), en Santander, advierte, en un artículo publicado en la revista Mar, de que, aunque hay materia prima suficiente para pescar, no es conveniente lanzar las campanas al vuelo.

El temor de los expertos ya se ha cumplido pues el volumen de capturas aprobado por la Unión Europea para la campaña actual –de julio de 2010 a junio de 2011– es de 15.600 toneladas, aunque los informes científicos sugirieron hace unos meses que no superasen las 6.000 toneladas. Para tomar una nueva decisión faltan por conocer los resultados de las nuevas prospecciones que comenzaron en septiembre y finalizaron el mes pasado. Abaunza considera que el crecimiento de la población de bocartes es "discreto", pero "lo suficientemente importante como para que haya posibilidades de pesca". Afirma que en una especie de vida corta, como la anchoa ,"son habituales las grandes fluctuaciones".

El representante del IEO añade que aunque el descenso es normal en un año, no lo es en un periodo prolongado como el que va de 2001 a 2004, tiempo en el que el caladero permaneció vedado. A los científicos les preocupa que un excesivo volumen de capturas pueda colapsar de nuevo la pesquería, que en el primer semestre del año no rindió como esperaban los pescadores, ni en volumen de pesca ni en tamaño de los ejemplares que llegaron a las lonjas. La campaña de anchoa que finalizó en julio se caracterizó por los bajos precios que la mercancía alcanzó en las lonjas.

Precisamente, los años de cierre del caladero han pasado factura al bocarte del Cantábrico, que ha perdido valor frente a la mercancía que llega de Marruecos y del sur de España. Las fábricas conserveras tuvieron que buscar materia prima en otras zonas y consiguieron nuevos proveedores con un coste menor al de la mercancía del Cantábrico. Los pescadores españoles esperan conocer los términos del nuevo plan de gestión para la anchoa en el golfo de Vizcaya, que aún no tiene plazos ni fechas para entrar en vigor.

El Ministerio de Medio Marino estima que el plan permitirá que la actividad de la flota se apoye en criterios de "sostenibilidad ambiental". El departamento que dirige Rosa Aguilar no anunció aún en qué fecha le será posible a la Comisión Europea (CE) poner en funcionamiento este nuevo procedimiento de asignación de las cuotas pesqueras. En la actualidad, la toma de decisiones en cuanto al total admisible de capturas (TAC) se basa en la negociación política y en las recomendaciones formuladas por los científicos.

El plan a largo plazo, que en estos momentos discuten el Consejo de Ministros de la UE y el Parlamento Europeo, tiene también como novedad que en el futuro la pesca de anchoa se fije según una fórmula matemática en base a las reservas existentes y que no sea objeto de una negociación anual, como ocurre ahora.

La flota que se dedica a la pesca de la anchoa en el golfo de Vizcaya –que sale a faenar en esta especie en el primer semestre del año– aún tendrá que esperar unas semanas para conocer como se estructurará la actividad en el caladero a partir de 2011.

La falta de acuerdo en Bruselas, sobre el plan de gestión que debe regular la pesca del bocarte, genera incertidumbre en la flota, que actualmente pesca jurel y sardina en las costas españolas y que volvió a faenar la pasada primavera en el caladero, tras cuatro años de veda.

Los armadores se llevaron la semana pasada una nueva decepción ante la falta de acuerdo en Bruselas para diseñar y aplicar un plan de gestión similar al que ya existe para especies como la merluza o el jurel. Los pescadores apuestan por establecer cupos de capturas que garanticen la viabilidad de la pesquería a medio y largo plazo.

La última campaña finalizó con menos capturas de las esperadas y precios inferiores a los de otras campañas y los armadores insisten en que el prolongado cierre del caladero ha jugado en su contra, porque las empresas conserveras han buscado abastecimiento en otros mercados.