El Abanca Ademar volvió a su normalidad después de sus últimas dos derrotas en casa y sentenció, por la vía rápida, a un Condes Albarei Teucro que, aunque mejoró levemente tras el descanso, estuvo a merced de un equipo leonés desmelenado y que quería adquirir confianza para la vuelta a Europa.

Estaba claro que la semana de autocrítica interna de Ademar podía tener repercusión en la pista y después de desperezarse mínimamente y de que Balázquez ya empezara a demostrar que era el único impedimento en los azules, Ademar puso la directa con un juego intenso y pleno de efectividad, lo que les había faltado en anteriores compromisos.

Ante un juego previsible, de los de Quique Domínguez, solo hizo falta que fluyera el contragolpe con un letal Juanín García -también con ganas de desquitarse-, bien secundado por Mario López, para que los locales pusieran tierra de por medio.

Ni los dos tiempos muertos en pocos minutos de Quique Domínguez frenaron la maquinaria ademarista, hambrienta al máximo y que en 20 minutos acumulaba casi un gol por minuto, dando muestras de su voracidad para no dar respiro a un Teucro desbordado.

El leve frenazo realizador de los últimos minutos de la primera mitad impidió que el equipo de Rafa Guijosa hubiera anotado en la primera parte prácticamente más goles que en algunos de los últimos encuentros en su totalidad, para llegar al descanso con todo resuelto 23-14.

Guijosa decidió refrescar su equipo dando entrada al resto de convocados, entre ellos los internacionales durante el parón de selecciones, pero el equipo perdió la frescura e intensidad, con lo que el Teucro empezó a encontrarse más cómodo para lograr un parcial de 1-4 (24-18) en los seis primeros minutos, que obligó al técnico local a parar el encuentro para recomponer las cosas.

La 'cara B' ademarista resultaba más titubeante, a pesar de que el cubano Balázquez estuviera mejor controlado (solo un gol en toda la segunda mitad), con la diferencia suficientemente clara a pesar de la mejoría pontevedresa.

A medida que pasaban los minutos los guardametas Cupara y Santana empezaron a adquirir mayor protagonismo y, aunque el partido era más igualado, Domínguez decidió pedir un último esfuerzo a su equipo para reducir la desventaja (29-20) a diez minutos del final, sin que impidiera perder también el parcial y caer por la máxima renta del partido (34-22).