El Teucro se muestra infalible, sobre todo en los partidos de casa como demostró ante el Sinfín cántabro, segundo clasificado, al que derrotó por un contundente 31-20. Hacía mucho tiempo que no se registraba un ambiente tan cálido en el Municipal, pero ayer la afición, consciente de que podía ser necesaria su ayuda para que los locales siguiesen como líderes invictos, se volcó desde el primer instante con los hombres de Quique Domínguez.

La salida de los pontevedreses fue demoledora y eso le permitió llegar al minuto 15 con un cómodo 11-5. El Sinfín, a pesar de la veteranía de sus jugadores, no logró frenar la avalancha en ataque de los locales, que defendían en su área con uñas y dientes.

Los lanzadores teucristas, en especial García Pichel, estuvieron muy acertados, lo que provocó que el técnico visitante cambiase de portero y pidiese un tiempo muerto para evitar que el partido se decantase ya en el primer tiempo. Un parcial de 0-5 para el Sinfín situaba el marcador en un peligroso 12-11. Los cántabros aprovecharon los cuatro cambios realizados por el técnico local, así como una superioridad numérica de dos hombres tras la exclusión de Víctor Rodríguez y Chapela. Ante esta remontada Domínguez tomó cartas en el asunto con un tiempo muerto con el fin de ordenar el juego de su equipo.

El resultado fue muy eficaz, ya que cuatro goles consecutivos antes del descanso dejaba el electrónico en 16-11. La salida en la reanudación fue brutal y eso llevó al equipo local a subir la ventaja a los ocho tantos.

A partir de ahí el encuentro cayó en intensidad debido a las numerosas faltas cometidas por el cuadro visitante, pero sobre todo al riguroso arbitraje, ya que por cualquier contacto o pitaban falta en ataque o excluían a un jugador. Lo más negativo fue que a falta de menos de dos minutos Chapela fue expulsado con roja directa, tras empujar a un rival, por lo que le puede acarrear algún partido de sanción.