- ¿Le ha cambiado el cuádruple mortal?

- No. Sigo siendo el mismo y actúo igual. Sí que me felicita más la gente, pero el miércoles por ejemplo estuve en el entrenamiento con los pequeños a pesar de que tengo unos días de descanso.

- ¿Le ha sorprendido la repercusión de su éxito?

- La verdad es que sí, incluso entre mi gente y en el ámbito de la gimnasia, que se ha volcado.

- ¿Con qué estado de ánimo tomó el impulso?

- Estaba un poco nervioso. Sabía que iba a por el récord del mundo, aunque la verdad es que estaba más tranquilo que otras veces. No sé por qué, pero en campeonatos importantes salto con menos presión porque sé que es más difícil que en los que son relativamente más fáciles, en los que sé que si fallo me 'muero'. Allí estaba tranquilo, aunque mi cabeza sabía que había probabilidades a pesar de que no llevaba el salto lo suficientemente entrenado.

- ¿Y qué sintió al clavar los pies?

- Es una sensación indescriptible. Fue caer el cuádruple y pensar: lo he hecho. Es el récord. La gente aplaudía, incluso se levantaba de los asientos. Fue un 'subidón' increíble, una mezcla de emociones. Por fin todo este tiempo de sacrificio tuvo su recompensa.

- ¿Le pareció justa la nota?

- Sí. Es récord de dificultad, pero en ejecución había cosas que mejorar en un elemento de tanta dificultad.

- ¿Ya tiene en mente el más difícil todavía?

- Sí. De hecho ya avisé a mis entrenadores Pablo e Isaura. En cuanto vuelvan de Dinamarca tendré una conversación con ellos para plantearles otra selección de saltos con la que superar mi propio récord. Se intentará con alguna 'locura'. Yo quiero intentarlo y a ver si me dejan, porque soy bastante loquillo y ellos me van frenando.

- ¿Por qué cree que nadie hizo antes ese salto?

- No lo sé. Yo cojo mucha altura en los altos (alcanza entre los cuatro y los cinco metros) y mucha velocidad de giro. Como soy bajito (mide 1,55 metros) me es más fácil girar transversalmente. Si fuera más alto, haría menos mortales y más giros longitudinales.

- Asume muchos riesgos.

- Sí claro. Hace dos años que ya había planificado este salto para entrenarlo. Lo intenté pero lo dejé por las lesiones. Las últimas que he tenido -fueron en los tobillos, por no completar bien las cuatro vueltas y caer con la articulación todavía cerrada- fueron por probar ese elemento entrenando. Lo intentaba un poco y lo dejaba durante tres años, hasta que en estos últimos tres meses tiré para adelante.

- ¿Lo saben en casa?

- Mi madre y mi hermano están que revientan el techo de la alegría. Conocen mi trayectoria, pero ni yo no pensaba que llegaría tan lejos,

- Su entrenadora Isaura Hermida no cambiaría el récord por la medalla de bronce que acarició.

- Yo tampoco. Ganar una medalla depende de la otra gente, pero el récord depende de ti. Me quedó esa espina, ese casi casi, pero es un 5 % de la felicidad y estoy increíblemente feliz.

- ¿Qué falló en el primer salto?

- Los dos saltos eran nuevos en competición, por lo que mi preocupación era completar las dos rutinas. En el primero, en la recepción del elemento me desplacé hacia atrás y caí en el color azul, que es el más alejado del doble minitrampolín y penaliza mucho.

- ¿Y cómo explica que salga un récord del mundo de una ciudad sin instalaciones adecuadas para practicar la gimnasia?

- La verdad es que en cualquier ciudad hay un polideportivo de gimnasia y aquí no. Tenemos nivel, pero aunque no lo tuviéramos debería haber instalaciones y ya es hora. No en todas las ciudades hay alguien con un récord del mundo.

-¿Que tiene en agenda?

- Lo próximo creo que es la Copa Galicia o un torneo en Portugal.