Los que van al estadio de O Couto convocados por una liga provincial o los cerca de mil que ya se han sacado el carné de la Unión Deportiva Ourense no lo hacen por el fútbol que les toca ver. Su fidelidad responde a la idea que encarna el proyecto unionista, con consciencia plena de que hay que pagar el peaje del categoría a categoría. La victoria y, sobre todo, la consagración a la camiseta sobre el terreno son estímulos, lo mínimo que se pide, para ir llevando el camino. El equipo no los ha dado en septiembre. Ha sido llegar la competición y quedarse rezagado sobre el campo. No ha cambiado el paso de la pretemporada o de la Tercera Regional. Transmite fragilidad y, como si invocara a las adversidades, le sobrevienen todas.

La UD Ourense está incurriendo en cada partido en muchos errores no forzados, pero también le marcan goles imposibles. A medida que el partido se tuerce aflora la desconfianza. Escasean las ayudas y la cohesión indispensable para sortear la ola mala. Desaparece el criterio para avanzar y la fuerza para recuperar el balón o volver a tapar brechas. El don del oportunismo, con el que se compensan tantas lagunas en el fútbol, tampoco le sonríe a sus rematadores.

En la primera parte los dos equipos consiguieron mucho por poco. Julio Salgado rentabilizó una estrategia. El Santa Teresita solo tardó siete minutos en encontrar el agujero. Denis entró por el carril con tiempo para pensarse cómo acabar la excursión y no desaprovechó la alfombra para tirotear a Héctor en su primera titularidad.

Con el segundo gol visitante, los de Antonio Dacosta revivieron el suplicio de Arnoia o Loñoá, pero esta vez en la amplitud de su casa y con un oponente de galopada fácil. Todo es susceptible de empeorar para un equipo caído en dudas. A los de Julio Casanova les faltó sangre fría para sentenciar a la contra, alguna con sonrojante superioridad, pero lo haría su delantero centro casi desde campo propio con un gol antológico. Golpeo de 50 metros con alta precisión y parábola letal para el portero.

Salió todo lo que había en el banquillo. No fue una ofensiva ordenada, pero la UD Ourense consiguió que el rival temiese por el resultado. Xaco, trasladado a la izquierda en la reorganización, recortó diferencias en una internada con decisión de las que se echan de menos. En las siguientes falló el remate. En un balón peinado por Julio Salgado se llegó a cantar gol, mientras que Jorge tuvo otro cabezazo franco que salió sobre el larguero. En la prolongación, el portero del Santa Teresita sacó un remate de último metro de Julio Salgado en la última opción unionista para salvar al menos un punto.

Paradójicamente, sin ser mejores que el rival que manda en la clasificación después de cuatro partidos, los de Antonio Dacosta pudieron haber rescatado un punto. Tienen tanto que crecer como equipo, por la semana y los domingos, y queda tanta liga que sería una novatada caer en la rendición. También tienen la ventaja que da conocer los defectos. En la unión quizás esté la solución.