El doctor Cabaleiro ha sido testigo y hasta protagonista en la crisis perpetua del Ourense. A mediados de la década de los 90 del pasado siglo tuvo que ocupar la presidencia en el intervalo que transcurrió entre la dimisión de Felipe Rodríguez Vide y la llegada de Manolo Rois. "Me hice cargo un mes o mes y pico porque iba a desaparecer", recuerda sobre un episodio histórico en el que se comprometió ante la asamblea de socios a encontrar a un presidente que evitase el carpetazo. Aquel trance en el que también subyacían las penurias económicas se resolvió con ingenio y solidaridad. "Ya por entonces decían todos que el Ourense era un cadáver y lo cierto es que no había un duro y sí muchas deudas, pero los jugadores ourensanos firmaron un documento histórico en el que se comprometían a jugar y cobrar solo lo que entrara por los abonos, las taquillas y la publicidad", explica el doctor Cabaleiro. También se pusieron en práctica iniciativas para sensibilizar a la afición y a los políticos. "Solo teníamos un equipaje para hacer la pretemporada, pero con el apoyo de los medios de comunicación y de los chavales de las peñas, nos pusimos a solicitar firmas pidiendo que el equipo siguiera. Llevábamos las mesas de una esquina a otra de la ciudad para dar la impresión de que estaba llena de mesas. Y nos dejaron creer que funcionara".

Manuel Cabaleiro recuerda que los jugadores esperaron al por entonces presidente de la Diputación, José Luis Baltar, a la salida de un pleno: "Se reunieron y hubo conversaciones para convencerle de que tomara las riendas alguien de confianza, que fue Manolo Rois". Aunque la situación económica del club nunca fue boyante, el doctor apunta que lo malo estaba por llegar: "A partir de ahí se fue tirando hasta que llegó ISO (Grupo Bahía) y hubo unos desembolsos fuera de normal. De ahí se vienen arrastrando todo".