El fútbol se apasiona en las distancias cortas, cuando cada latido del partido llega con nitidez. El exilio de Verín permitió sentir muy de cerca al Ourense que vuelve a ser líder de Segunda B 12 años después. No quedan futbolistas de aquel último liderato de mayo de 2001, tras una victoria en Ponferrada con dos goles de Kiko y Santi Crego, pero ayer había mucha nostalgia en la banda del José Arjiz. Los que nunca fallan desde siempre vivieron un partido embarrado y una victoria obrera. Son líderes de todo corazón.

Óscar Martínez fue la primera víctima de la severidad defensiva del Tropezón. En su primer vuelo con el central recibió un codazo que hizo brotar la sangre. Aviso a navegantes inadvertido para el trío arbitral. Tres defensores del equipo cántabro acabaron la primera parte amonestados. Son la retaguardia más tarjeteada de la liga. El Tropezón solo completó cuatro de sus ocho partidos con los 11 jugadores en el campo. Ni empleándose al límite mantuvo a salvo la portería de Dorronsoro en el asalto inicial. En su desajuste más clamoroso, Javi Hernández recibió un balón de Iker Alegre y progresó por el carril central hasta plantarse en el área. Terminó el descosido con un remate de precisión ante la salida del portero.

Luisito repitió alineación por cuarto partido consecutivo. A quién quita, se preguntó en la sala de prensa, de un equipo enrachado, con la defensa menos batida de la liga y con mecanismos ofensivos que mantuvieron la eficiencia en las condiciones más adversas. El césped pronto se tiñó de marrón y el hachazo siempre asomaba en cuanto un rojillo tomaba ventaja o daba rienda suelta a la imaginación.

En su primera carrera por la banda izquierda, Borja Valle propuso un buen balón a Javi Hernández, al que un defensa le tapó el remate. Tampoco superó la maraña de piernas el rechace capturado por Óscar Martínez. El Taboadela tentó el gol que le está negando este ciclo inicial del campeonato dos veces más antes del cuarto de hora en un disparo de larga distancia que desvió el portero y en otro golpeo en el área tras recibir un balón picado de Javi Hernández. El Ourense también malgastó media docena de estrategias mientras duró el acelerón.

Superada la crisis, el rival se estiró con cada desliz de los ourensanos sobre una superficie que se fue haciendo intransitable. Nando le dio una pelota al delantero de los Dorronsoros tras un resbalón de Javi Hernández en zona crítica, pero su disparo no tomó dirección de portería. Las aproximaciones del Tropezón aumentaron de frecuencia en cuanto se sacudió el aturdimiento del gol. El portero del Ourense adquirió protagonismo al neutralizar dos claras situaciones propiciadas por contragolpes. Pato fue rebasado finalmente a la salida de un córner, tras frenar el primer embate con una exhibición de reflejos. No pudo reaccionar ante el intento postrero de Nando, que ya había cogido el mejor sitio en un remate anterior tras otro córner.

Luisito modificó el plan al sexto minuto de la segunda parte. El campo, el resultado y la tentación del liderato exigían riesgos y abreviar el procedimiento de llegada a los dominios del oponente. El Tropezón retrocedió, descolgó a los tres puntas para desestabilizar a la contra y manejó los tiempos. Estiraron cada interrupción hasta convertir al masajista en protagonista. Bastaron los primeros auxilios para ir tirando.

No era el escenario más prometedor para los encargados de salvar el domingo de exilio. Adrián Cruz se sumó el partido para empujar desde la medular y Gustavo Souto le dio el relevo a Óscar Martínez en la posición más avanzada del ataque. Álex se retrasó al centro de la defensa a cambio de un Capi amonestado. No hubo flujo suficiente para asomarse al segundo gol hasta la recta de llegada.

En cuanto dispuso de un par de metros, la delantera del Ourense se asoció primorosamente. Iker abrió la jugada a la derecha y Borja Valle colgó como la seda un balón. Un testarazo imponente de Gustavo Souto, elevándose sobre los centrales, sacudió la red. Primer ataque de locura colectiva en el Arjiz con el delantero llevándose el dedo a la boca en la celebración.

El chispazo desató al Ourense. Con espacios proliferaron los ataques. En un esprint hacia la portería, Gustavo Souto fue derribado sin que el árbitro se diese por aludido para cabreo monumental del afectado. Adrián Cruz lo intentó con un libre directo que detuvo en dos tiempos Dorronsoro, quien volvió a interponerse con una estirada para desviar un remate tras giro de Souto. Tras la expulsión de rigor en las filas cántabras y en el primer minuto del añadido, llegó la fiesta de liberación. Javi Hernández hizo diana a sangre fría en el gol que permite al Ourense gobernar la liga en el exilio.