Un tostón en su punto. El Ourense y el Oviedo empataron tras un combate nulo en las áreas. Gobernaron el partido las defensas en un cuerpo a cuerpo de 90 minutos con el único cosmético del colorido que ayer presentaban las gradas del estadio de O Couto. Un elogio al fútbol ensuciado por varios conatos de violencia fuera del campo.

Ningún equipo puede maldecir el punto, aunque a los asturianos les hace perder un peldaño en la clasificación. Dejaron pasar la oportunidad de hacer más salvable la diferencia con el líder, pero frenaron el síndrome viajero creado en sus tropiezos ante los colistas. Al Ourense le acerca más a la meta. Ha adquirido un ritmo regular de puntuación con el que también se reafirma su fiabilidad en defensa. Antes dependía de los goles de Jona y ahora vive de Óscar Martínez. Cuando el '9' no tiene protagonismo, los atrás protegen el punto. En su debe, los de Luisito siguen sin ganar a los fuertes y ayer contrajeron una deuda con el buen gusto para cuando el césped sea transitable.

El acceso al área estuvo muy restringido. Intentos de larga distancia, cabezazos mal dirigidos y rebotes tras los centros. El camino era tortuoso por dentro y los dos equipos buscaron el pasillo lateral ajustándose al guión previsto. El Ourense buscó a sus extremos y los balones a la espalda de los defensores para verle la cara a Dani Barrio. Luisito repescó para la titularidad a Borja Valle, que entró por la derecha, y se reservó la baza de Jaime Noguerol para la segunda parte. Iván González cayó a la izquierda, esperando las dejadas de Óscar Martínez para abrirse camino.

El Oviedo se asentó en sus dominios en busca de la genialidad de una delantera huérfana sin Cervero. El centrocampista se desgastó en combate. Luisito optó la versión de más brega que puede poner en liza. No hubo tiempo ni fuerzas para las asociaciones. La superficie no permite pensar porque enseguida cae el zarpazo. Es un riesgo inasumible trenzar pases. El procedimiento para llegar a las áreas se abrevió y las imprecisiones devoraron el partido. El balón viajó demasiado tiempo por el aire y casi nunca afloraron los espacios para progresar.

La zaga del Ourense se mantuvo firme. Claudio fue el que más sufrió para frenar a Moré, pero Capi estuvo al quite y entre Yebra y Álex Fernández no permitieron que la grieta fuese a más. Adil se vació en la derecha, donde Josu impuso su ley. Daniel Portela se agiganta por momentos. Los centros se pasaban o llegaban a las manos de Pato sin más.

Los dos equipos volvieron del descanso más decididos a pasar del quiero y no puedo. El portero del Ourense tiró de reflejos para evitar el tanto nada más comenzar la segunda parte, tras un toque de Álvaro. Fue en una falta lateral, y en la misma portería en que casi marca el Ourense a los 20 minutos. Cada balón colgado se resolvía en un choque de trenes. La estrategia valía el partido. Baquero y Capi superaron sendos impactos contra propios y extraños. Luisito reaccionó con un giro táctico que incluyó a Noguerol. El mediapunta verinense volvía cinco partidos y medio después para darle criterio a los avances. El Ourense aprovechó un desliz ajeno para sacudirse el dominio asturiano. Dani Barrio se buscó un problema con un despeje defectuoso, pero llegó a tiempo para bloquear el intento de Iván González a los 57 minutos.

Además de esperar el fruto del balón parado, Sarriugarte le oxigenó el ataque con Fran Sol. También Luisito refrescó su delantera, pero el partido solo entendía de lucha. Por cada palmo de terreno y por cada balón en condiciones de ser jugado. Una espera desesperante por el error del enemigo. No llegó.