Uno de los principales cambios que ha mostrado el Mimela-Inversia con respecto al inicio de temporada e incluso mirando hacia la anterior, es una modificación de su mentalidad y sistema de juego. Los estradenses siempre han destacado por ser un equipo muy goleador, una clasificación que han liderado con holgura en las últimas temporadas. Sus goles le han servido siempre para tener un balance positivo en cuanto a victorias y derrotas En el inicio de temporada sin embargo, las cuentas no cuadraban. Los de Sesar seguían teniendo gol pero comenzaron a encajar más de la cuenta. En las cinco primeras jornadas recibieron la friolera de 25 tantos en contra, cinco por partido. Era una cantidad demasiado elevada y hacía estériles los 28 que anotaron. Este punto débil obligó al cuerpo técnico a buscar un cambio pero no en su planteamiento defensivo, en el que se mantuvo la presión a toda pista, otro de los rasgos característicos del equipo estradense, sino en el ofensivo. El Mimela-Inversia dejó de utilizar el sistema 3-1 en busca de Moro o Simón en el pivote y apostó por un cuadrado en el que los cierres siempre tuviesen una cobertura cerca en caso de fallo o robo de balón. El cambio de sistema funcionó incluso mejor de lo esperado. Los estradenses dejaron de encajar tantos goles. En los siete partidos siguientes solo recibieron 16, poco más de dos por partido. Además, su capacidad goleadora no se resintió en absoluto. El resultado, siete triunfos consecutivos.