El Calvo Xiria salió con la cabeza alta de la encerrona que el Embutidos Lalinense y su entregada afición le prepararon en el Lalín Arena. El equipo de Milucho esperaba a los de Carballo con el cuchillo entre los dientes y azuzados por las más de 300 personas que asistieron a un bonito duelo en la parte alta de la categoría. Unos y otros sabían que una victoria no era decisiva pero sí podía suponer un golpe de moral en una plaza engalanada para dar aire a las ilusiones más irreverentes.

En este espacio, el plan de los lalinenses salió bien, al menos un rato. El equipo de Milucho tenía la lección bien aprendida y sabía que no podría dar ninguna concesión a un equipo que llegaba al Lalín Arena con la moral alta y con una forma de juego definida y labrada con el trabajo de años. Ante esa exigente reválida, el Lalinense apostó por el descaro de su idea, llevando el partido al plano que más le convenía. El resultado fue una primera parte perfecta, que terminó con el equipo local dos arriba y con los visitantes preguntándose dónde estaba la fuga.

Las buenas sensaciones del equipo de Milucho en la primera parte se fueron al traste en un segundo asalto para olvidar. Nada salió bien y en solo unos minutos el Xiria ya mandaba por tres goles ante un Lalinense incapaz de volver de los vestuarios. La indecisión fue una invitación demasiado atractiva para un Xiria que, con una rotación amplia y compensada, comenzó a destrozar a un rival totalmente superado.

Tras el partido, Milucho alabó el esfuerzo de sus hombres y lamentó que los numerosos aficionados que acudieron al partido no se pudiesen ir a casa con una victoria en el recuerdo. Para el técnico, el Lalinense no fue capaz de "poner cabeza" a la segunda parte. "Jugamos sin mucha cabeza. Quisimos hacer lo mismo y no salió. En ese momento debimos pensar un poco más", lamentó el técnico.