- Volver a jugar a pesar de estar luchando contra un cáncer es algo que sorprende.

- Puede ser pero a mí me ayudó mucho a nivel mental. Parte de la enfermedad es que, si te dejas, te vas. Lloré mucho pero por suerte y gracias a Dios y a Dolores me di cuenta de que siempre hay que seguir andando. Y si no das, arrastrarte. Me estaba dejando. Además, llegó un punto en que incluso tenía vergüenza. Con el tratamiento que me pusieron llegó un punto en que hinché muchísimo. Era mucha cortisona y corticoides. Además, se me cayó el pelo. A mí se me nota poco pero crecía de una forma distinta. Se me notaba mucho. Al final decidí que me daba igual la gente. Empecé a salir otra vez y punto.

- Su caso es curioso porque solo jugó un año en el Reale pero sin embargo terminó quedándose a vivir en A Estrada.

- Pues sí. Después del Reale estuve en el Portonovo un año y después estuve dos en el Noia. Me vine para A Estrada a vivir cuando ya estaba en el Noia. Antes de irme del Reale sin embargo ya estaba con mi pareja, Dolores, y al final me fui a vivir con ella. Ahora es una persona que me está apoyando muchísimo en todo esto. Al principio pensé que yo solo podía luchar con esta enfermedad pero me di cuenta de que solo es imposible hacerlo.

- Usted es brasileño pero recorrió media España antes de caer en A Estrada.

- Es algo que siempre le digo a Dolores. Durante mi etapa en el fútbol sala viví en Valencia, Toledo, Madrid, Avilés...Y al final terminé en A Estrada, y aquí no hay mar. Sin embargo estaba ella. Aquí estoy muy bien. Yo decidí dejar el fútbol sala con cuarenta años, que no está mal. Físicamente estaba bien pero mentalmente me notaba cansado. En Noia ya estaba trabajando y me costaba tener que ir a Valladolid y por ahí a jugar. Llegó un momento en el que allí ya no me querían, así que decidí irme yo.

- ¿Cómo afronta ese reto que tiene ahora por delante?

- Literalmente, vivo al día. Cada día me levanto y doy gracias a Dios por estar vivo. Ahora que estoy aquí tengo que tirar para delante como sea. Tengo además un hijo, que es algo que me tira mucho. Le prometí un partido a mi hijo y lo va a tener. Lo vamos a jugar y ya le dije que yo no me voy a cansar. Ya me pasó una vez y no me volverá a pasar.