Jorge Otero ha accedido a hacer un paréntesis inmerso de lleno ya en la construcción del nuevo Arosa. El repaso a su enorme carrera como futbolista profesional descubre la gran escuela que posee para triunfar como técnico.

- ¿Se ha parado en algún momento a analizar su carrera como futbolista? A simple vista impone.

- La verdad es que no soy mucho de mirar atrás. Los amigos, la familia, la gente le da importancia cuando me hablan de ello. El factor suerte, el trabajo y las condiciones también influyen en todo, pero estoy muy orgulloso de los equipos en los que estuve y de la Eurocopa y al Mundial que jugué.

- Todo empezó en el Celta.

- Nunca se puede olvidar. Se fraguó en un verano. Estaba trabajando en un restaurante, apareció la llamada del Celta para empezar a entrenar. Colin Addison era el entrenador del Celta, pero se fue pronto y empezó Maguregui. Yo iba dispuesto a comerme el mundo. ¡Con 18 años en el primer equipo del Celta!. Me dijeron que solo iba a hacer la pretemporada y me lo tomé como un regalo que había que aprovechar. Mis condiciones a Maguregui le sorprendieron. Fue mi descubridor. Jugué 30 partidos en Primera con 18 años y cerca de 230 en mi etapa en el Celta. Fui al Mundial perteneciendo al Celta y eso es algo muy importante.

- ¿Qué le marcó de aquel paso por Balaídos?

- Hay momentos buenos sobre todo, pero dos también muy difíciles. La muerte de Quinocho y el accidente de Alvelo fueron momentos muy duros. En lo deportivo me acuerdo siempre de la final de Copa del Rey que perdimos con el Zaragoza a penalties. Todavía me emociona la vuelta a Peinador con miles de personas esperándonos. No se puede olvidar. Poder jugar aquella final tuvo mucho mérito.

- Seis años de celeste con entrenadores de todo tipo.

- Maguregui fue un entrenador muy importante porque fue el que me dio la alternativa y con Txetxu Rojo aprendí muchísimo. Tuve a Pepe Villar, Novoa, muchos entrenadores y todos han sido importantes. Pero la clave de todo era el gran grupo que teníamos en el vestuario. Éramos muy amigos y muy currantes. Un grupo humano fantástico. Nos juntábamos todos después del entrenamiento en el Casqueiro para tomar algo. Y Txetxu tuvo gran parte de culpa de todo aquello.

- El año 1994 fue un antes y un después. Apareció el Valencia.

- Ese año me marcará para siempre, pero me quedó la espina de no poder jugar en Europa con el Celta. También es cierto que aquel no era el Celta de hoy en día ni el de la época de Mostovoi. El Valencia era de los grandes y al club le interesaba económicamente y a mi también.

- Allí su primer encuentro con Luis Aragonés. ¿Se siente un discípulo de su filosofía?

- Si, me considero discípulo. Tuve muchos entrenadores diferentes, pero si algo aprendí con Luis Aragonés es ir al jugador siempre de frente. Era muy honesto y por desgracia en el fútbol no era habitual. La filosofía de poner el equipo por encima de cualquier individualidad la llevaba a rajatabla y me marcó. Puede haber jugadores muy buenos, pero tienen que estar en el ambiente idóneo y con la actitud correcta. Trató de inculcar a los jugadores la palabra equipo por encima de todo. Para él era fundamental el clima de convivencia y que fueran todos en la misma dirección. Luego los roces son inevitables. Yo discutí con Luis Aragonés alguna vez, pero ahí acababa todo. Afrontar los problemas de cara hace que dejen de ser un problema. Yo también trato de ser muy honesto con el jugador y el concepto de equipo tiene que ser el mismo e imperar sea en la categoría que sea.

- Pero bueno, también ha trabajado con otros como Valdano o Carlos Alberto Parreira.

- Totalmente distintos. De todos sacas tus conclusiones, pero Luis Aragonés era el mejor. La selección española campeona lleva su sello a fuego.

- La Copa del Rey se le volvió a atragantar con el Valencia.

- Fue con el Deportivo en la final más larga de la historia. Estaba lesionado y no la jugué, pero parece que hubo como una justicia divina después de aquel penalti de Djukic en Riazor.

- Y el Mundial de Estados Unidos también estará en su memoria.

- Aquello era todo espectacular como todo lo que hacen los americanos. Te sientes en el centro del mundo. De un equipo como el Celta, eres uno de los elegidos y llegar ahí es lo más grande. Luego tuve la Eurocopa en Inglaterra. Recién salido de la cantera del Celta y verme ahí fue como un sueño que también hay que saber asimilar.

- Pero aquel codazo de Tassotti a Luis Enrique lo convirtió todo en una pesadilla.

- Estaba en el campo. Fui titular en aquel partido y el codazo se oyó en todo el estadio. Fue la maldición de los italianos que rematamos por fin en los penalties de 2008.

- La suya también fue una gran selección.

- El ambiente era espectacular. Era de lo mejor. Parecía que nos conocíamos todos. Clemente creaba un ambiente genial. Luis Enrique, Julio, Baquero, Camarasa, Caminero, Hierro, Nadal? Estuvimos muy cerca de conseguir algo bonito. Era muy buena selección. Una de las mejores que tuvimos en España.