Mantener la mirada alta en la clasificación cuesta cada vez más en el Arosa. Ante el Barco tenía una buena oportunidad para seguir manteniendo crédito y, sobre todo esperanza, de pelear por cotas ambiciosas, pero el 1-2 definitivo cayó como un mazazo en el ánimo de equipo y aficionados. Quizá un resultado injusto, o hay quien puede pensar que no es así, pero es un marcador definitivo al fin y al cabo que ha dejado a los de Piscis en una duodécima plaza plena de incertidumbre.

Desde el arranque las consignas del Barco quedaron bien patentes en su planteamiento. Sin ambages, los de Javi Rey optaron por pertrecharse cerca de su área. No querían que el Arosa pudiese administrar los espacios y les obligaron a tirar de elaboración para encontrar un dominio que no le iban a regalar. Los ourensanos querían un partido a fuego lento a la espera de una ebullición que se produciría en la segunda parte a partir del desequilibrio generado con la entrada Rubén García y David Álvarez.

La mayor posesión de los locales no se traducía en oportunidades. Costaba encontrar resquicios en la trinchera rival. Sería el balón parado el camino válido para realizar el primer tiro entre los tres palos y, afortunadamente, sirvió para realizar el único tanto del encuentro. Sucedió tras un perfecto servicio de Fran Fandiño con el exterior de su bota derecha que terminó con una volea de Cabanyes desde el punto de penalti que mantiene su estado de gracia de cara al gol desde su nueva ubicación como delantero.

El tanto convulsionó ligeramente el encuentro. El Arosa percibió el miedo en el rival y le quiso atacar a degüello, pero solo fue un amago de intimidación cobrado con tarjetas amarillas y no con goles, pero lo más difícil ya estaba hecho. Los de Piscis habían conseguido derribar el frontón de los de Valdeorras a la espera de poder asestarle el golpe definitivo mientras Lucas Gallego, titular por la ausencia de Jorge Pérez por motivos laborales, se había convertido en un espectador más durante toda la primera parte.

El descanso trajo consigo un giro radical en el guión establecido. El partido se convirtió en una montaña rusa con un ritmo vertiginoso de ida y vuelta debido a la apuesta mucho más ambiciosa de un Barco con otra actitud. Suyos fueron los dos primeros avisos. Primero Javi Recamán mandó un balón al poste de disparo lejano y, prácticamente a continuación, Carlos de Dios desperdició un regalo de la zaga arousana tras perder un balón.

El Arosa tampoco había dicho su última palabra. Tuvo el 2-0 por varias veces. Primero Macía desvió un disparo cruzado de Eloy y Sylla mandó al poste el rechazo. Pero incluso hubo una más clara, pero Cabanyes perdió la partida en el mano a mano con el portero.

Luego el partido quedó a merced de la calidad de los dos jugadores de refresco que utilizó Javi Rey. Rubén García y David Álvarez fueron el desequilibrio personificado. El segundo solo necesitó de dos minutos para hacer el empate tras culminar una jugada iniciada por él mismo en la medular. El Arosa atisbó la avalancha y fortaleció su centro del campo, pero el partido ya transcurría en una única dirección, la que llevaba a la portería de Lucas. Rodri Alonso hizo realidad los peores presagios superando con talento y habilidad a los dos centrales para hacer el 1-2. Sylla, fuera de sí tras su expulsión, personificó el desquicio local.