A ráfagas jugó el Xuven en la cancha del Araberri. Durante ratos los amarillos desplegaron un baloncesto total. Con la agresividad y la intensidad como señas de identidad aderezadas por el acierto desde la larga distancia, pero las desconexiones pesaron más que los fogonazos de buen juego. El Araberri se encontró con demasiadas facilidades en los momentos clave. Fue un último cuarto en el que camparon a sus anchas castigando todas y cada una de las concesiones de los de Miguel Ángel Hoyo.

El acierto desde la larga distancia fue factor fundamental en el buen hacer del Xuven en los primeros compases. Hasta siete canastas de once intentos desde más allá de la línea de tres puntos anotaron entre cinco jugadores cambadeses diferentes. El partido tenía ritmo, pero era el que imponían los visitantes ante un Araberri que se veía incapaz de frenar el caudal anotador de su rival.

La rotación de Hoyo funcionaba y el marcador lo plasmaba en la que fue su máxima renta del partido (25-36). Pero ahí se fraguó el principio del fin para los arousanos. Lo que había sido atrevimiento y fluidez se convirtió en agarrotamiento y tensión. El Araberri no desaprovechó la pájara para endosar un parcial de 18-0 en los seis minutos que el Xuven no fue capaz de ver ni aro. Todo fueron errores y pérdidas de balón. Una tras otra y que acabaron minando la confianza del equipo como se pudo comprobar en el tramo final. Se recompuso ligeramente el equipo para irse al descanso con mejores sensaciones.

El tercer cuarto fue todo un carrusel de alternativas. Hasta seis cambios de liderato en el marcador se produjeron en unos diez minutos que dejaron todo abierto para el desenlace. Sin embargo, el Xuven desapareció cuando más se le esperaba. Su defensa se fue reblandeciendo a pasos agigantados y eso le hizo perder tensión para mantenerse en el partido. Un 74-69 fue lo más cerca que estuvieron los cambadeses en el marcador en unos últimos minutos en los que ya no había fuelle para más.