Con apenas 33 años, José Enrique Ramos ha llegado a lo más alto del arbitraje, la Primera División, como auxiliar de Iglesias Villanueva. La experiencia, que vive desde que en 1994 dio sus primeros pasos en un mundo que casi siempre está en el ojo del huracán, entiende que le ha dejado experiencias muy positivas tras 17 encuentros en la 1ª División.

- ¿Es gratificante ser árbitro pese a estar siempre en el ojo del huracán?

- La experiencia es positiva. Es cierto que en muchas ocasiones se nos juzga con excesiva dureza los errores, sobre todo si el resultado no acompaña, pero de ellos se debe aprender y tratar de corregirlos. Muchas de esas críticas son injustas e injustificadas porque tomamos decisiones en décimas de segundo y ningún árbitro quiere equivocarse.

- ¿No sería mejor estar apoyados con medios tecnológicos?

- El sistema, en estos momentos es el que es y debemos adaptarnos a él. Es cierto que la llegada de los pinganillos ha facilitado mucho el trabajo y en el próximo mundial se va a acabar con los "goles fantasma" gracias a las nuevas tecnologías, pero en los avances hay que ir paso a paso.

- Cuándo se toma una decisión que puede resultar polémica ¿afecta al rendimiento del resto del encuentro?

- No, porque enseguida llega otra jugada en la que debes tomar una decisión y no tienes tiempo a pensar en si en la anterior has fallado o no. Es cierto que al final del partido analizas lo ocurrido para mejorar en los siguientes encuentros

- ¿Que es más complicado, arbitrar en un campo con 50.000 espectadores o en uno con una docena?

- Prefiero arbitrar en un campo con 50.000 espectadores donde solo escuchas ruido. Te metes mucho más en el juego y estás más concentrado. Parece paradójico, pero es así, en un campo donde hay apenas espectadores escuchas perfectamente los comentarios de la gente y es más fácil distraerse.

- ¿Todo el mundo quiere ser jugador, pero como se decide uno a ser árbitro?

- En mi caso fue de la mano de un familiar que era árbitro. Comencé a acompañarlo a los partidos hasta que me propusieron ser yo el que dirigiese partidos. Desde que comencé es cierto que he pasado malos momentos, porque nunca salimos aplaudidos de un terreno de juego, pero también son muchos los momentos gratificantes.