El tenista español David Ferrer se clasificó para las semifinales del US Open, cuarto y último "Grand Slam" de la temporada, después de superar en tres sets (6-2, 6-3 y 7-5) y dos horas y cuatro minutos al argentino Juan Ignacio Chela, al que nunca antes había sido capaz de derrotar.

El alicantino logra así su mejor resultado en un "grande" tras los cuartos de final alcanzados en Roland Garros (2005) y confirma su excepcional estado de forma, que le llevó a eliminar en octavos de final al balear Rafa Nadal, número dos del mundo.

A la espera de conocer a su rival en la penúltima ronda del torneo neoyorquino, que saldrá del enfrentamiento entre el también español Carlos Moyá y el serbio y número tres del mundo, Novak Djokovic, Ferrer demostró que la pista dura del estadio Arthur Ashe, donde jugaba por primera vez, se adapta perfecta a sus cualidades: tenis agresivo con el servicio y un resto demoledor, como si jugase en la arcilla de París.

El número 15 del mundo no tuvo complejos ante el argentino, con quien había perdido en sus dos duelos directos anteriores -en Acapulco y en Brasil, ambos choques en 2004-. Con bolas pesadas, cambiando de altura, abriendo ángulos y sin renunciar a los intercambios largos, Ferrer fue superando minúsculos obstáculos (hasta la octava bola de set no se hizo con la segunda manga) en un partido que controló con relativa autoridad.

Incluso con avances hasta la red, muchos de ellos exitosos (28/36 puntos: 78% de acierto), el de Javia sólo se despistó en el arranque de la tercera manga al ceder por primera y única vez su servicio (2-0 en contra y saque para el sudamericano), cuando ni siquiera se cumplía una hora y media de partido. La reacción del español, inminente: dos juegos consecutivos y a "pegarse" otra vez sobre el cemento norteamericano.

El argentino intentó entonces cambiar la fórmula para inquietar al levantino: recortar la duración de los puntos, con "derechas" más planas e incluso subiendo hasta la malla. Esta intensificación en su juego le alcanzó para alargar la manga (7-5), pero nada más.

Ahí, Chela cedió y quedó finalmente eliminado ya que en su último servicio asomó nuevamente la efectividad de Ferrer al resto, quien aprovechó la última de las tres bolas de "break" de las que dispuso para escaparse hasta un 6-5 que certificó con su juego de saque, que cerró con un "ace" -el tercero del partido-.

Antes de la pequeña rebelión del sudamericano, el encuentro se había decantado del lado del español con una facilidad pasmosa y con una consistencia y regularidad jamás vista: una hora y quince minutos, para un 6-2 y 6-3 en las dos primeras mangas, donde Ferrer acumuló tres "breaks" a su favor. Hasta ahora, sus mejores minutos del torneo.

Federer, adelante

Por otro lado, Roger Federer superó al estadounidense Andy Roddick en tres sets y añadió un tramo más a la ruta que le encamina hacia su cuarto título consecutivo en Nueva York y dejó el cuadro masculino del Abierto de Estados Unidos sin representación local.

El número uno del mundo se cita en semifinales con el ruso Nikolay Davydenko, que superó al alemán Tommy Haas por 6-3, 6-3 y 6-4, en idéntico punto que el pasado año, cuando enfiló la conquista del tercer éxito. Vuelve a toparse el ruso con un rival intratable. Especialmente para él, con el que ha perdido en los nueve enfrentamientos que jugaron.

Desde hace tiempo da la sensación de que el helvético, con cierta suficiencia, empieza a tomarse sus asuntos como un trámite. Dosifica sus energías y sólo acelera en caso necesario. Es tan evidente la superioridad respecto al resto que relativiza los compromisos.