Belisa González, alero del Celta Citroën en la década de los 80 y que ganó la Copa de Reina en 1984, todavía no puede creerse lo que vio en el partido de la Liga Gallega de baloncesto entre el Compañía de María, en el que juega su hija Daniela, y el Pío XII de Santiago.

"La gente decía que en la vida había visto algo igual", confirma. El equipo júnior del Compañía de María llegaba al duelo ante el Pío XII con un bagaje de cuatro partidos perdidos, mientras que los anfitriones solo habían perdido dos.

Para el encuentro, la entrenadora Ángeles Liboreiro (que llegó a coincidir con Belisa González en las canchas) solo tenía a ocho jugadoras disponibles por diversos motivos, principalmente académicos. "Alba tenía muchos exámenes y no pudo ir", apunta Belisa.

Así que las ocho "guerreras" se presentaron en Santiago dispuestas a todo. El primer contratiempo llegó antes de empezar el encuentro. "Hubo un problema con la ficha de Carla, que había estado lesionada. Fue al médico y no trajo la ficha y al inscribirla, no pudo jugar. Se quedaron con solo siete para el partido", relata.

Pero los problemas no habían hecho más que empezar. "Durante el partido se empezaron a cargar de faltas personales", subraya Belisa. Aún así, el equipo vigués dominaba con una renta que oscilaba entre los diez y los doce puntos, hasta la reacción de las santiaguesas, que se colocaron a un punto de diferencia. Con tres triples consecutivos se volvieron a alejar en el electrónico las de Liboreiro, pero entonces llegó la lesión de Andrea, que no pudo volver a la cancha. Quedaban seis jugadoras disponibles.

Cuando faltaban casi seis minutos del último cuarto, con 14 arriba, echaron a una de las jugadoras por acumulación de personales. Quedaban cinco en la cancha y sin recambios en el banquillo. "Ahí aún iban aguantando, metiendo incluso canastas", dice Belisa. "Pero cuando quedaban unos tres minutos y medio, más o menos, sufrieron otra expulsión". Y aún hubo otra eliminación más. Quedaban tres.

A falta de 2:50, otra jugadora se fue al banquillo al ver la quinta. "Eso en baloncesto es toda una eternidad", dice la exalero. Con una renta de 14 puntos quedaban solo dos jugadoras del Compañía de María sobre el parquet: Daniela, la hija de Belisa González, y Begoña.

Ellas fueron las encargadas de salvar la situación con uñas y dientes, con el condicionante de que ambas estaban también cargadas de faltas. "Mi hija tenía ya tres y la otra, cuatro. No podían hacer más faltas porque una expulsión más provocaría la pérdida del encuentro", indica.

Así que a base de "pundonor" consiguieron ganar el partido. Dos contra cinco. Ganaron incluso de seis, con un marcador final de 82-88. "Fue increíble; corrieron como locas. Es algo que se ve solo una vez en la vida", dice. "Todas jugaron un partidazo". Los padres allí presentes aplaudieron la gesta del equipo vigués, aunque las rivales estaban "destrozadas". Alguna incluso calificó el encuentro como "el partido más humillante de mi vida".

Al regreso a Vigo compartió coche con la entrenadora Ángeles Liboreiro. "En la vida habíamos visto esto, y hemos visto partidos y partidos", bromeaba. "Estas cosas son experiencias que no olvidas nunca".