El mundo del remo español y gallego en particular está de luto, profundo y riguroso, por uno de sus hijos más ilustres: Jesús González Guisande. El entrañable, querido y admirado amigo se ha ido, en su última regata, con la meta en el cielo.

Una noticia que ayer corrió como un torrente por los medios, teléfonos y de boca en boca, que nos entristeció a todos de forma brutal. Algunos sabían de su cruel enfermedad con la que luchó durante meses, pero para otros, fue un tremendo y traidor golpe en el corazón y en el alma.

Suso "el grandullón", como le llamaba su compañero Manolo Vera, y le conocíamos cordial y cariñosamente, nos deja su triste ausencia con apenas 56 años, después de una trayectoria vital que deja una estela deportiva admirable, pero sobre todo, nos deja su eterno recuerdo de hombre grandioso y de infinitas cualidades humanas.

Como remero del Liceo Marítimo de Bouzas, en el que dio sus primeros pasos, enseguida se fue al Club Natació Banyoles, donde dibujó un palmarés como atleta y como personaje extraordinario, muy difícil de igualar. Suso tiene dos Diplomas Olímpicos: Moscú-80 y Los Angeles-84, donde fue finalista olímpico y remó en Cuatro-Scull, clasificándose quinto en la primera y sexto en la segunda. Además de numerosos títulos mundiales e internacionales.

Pero lo que nos deja Suso es su inmensa calidad humana y amistad entrañable y cariñosa con sus amigos, que será eternamente recordada. Un auténtico caballero ejemplar. Una figura que nos deja su ausencia y del que guardaremos su mágica amistad con la que nos envolvía siempre, amigo y cercano. Hoy lo tendremos abrazado con la Bandera Olímpica, como él se merece, símbolo de paz, amistad y alegría y rodeado de sus muchos amigos de toda la geografía española que quieren estar acompañándole hoy, en su regata última y definitiva.

Hoy despediremos al bueno de Suso con el corazón contrito por el amigo que se nos fue. Ahora que nos ve desde las praderas eternas del cielo, vaya para él nuestro recuerdo, nuestra oración emocionada y nuestras lágrimas del alma. Para María su esposa y familia, el abrazo de profunda tristeza y con el corazón llorando; sentimientos que las palabras no pueden expresar. Suso, María, os queremos.