Alemania conquistó su segundo Europeo en una final en la que anuló las virtudes de España, que solo chutó en una ocasión a puerta, tuvo a sus líderes desaparecidos y fue incapaz de reaccionar al gol de Weiser a cinco minutos del descanso. Ante Portugal e Italia sufrió España pero se levantó con fuerza al ritmo del gol. Contra Alemania fue superada en todas las facetas.

Se instaló Alemania en campo español desde el inicio y anuló la construcción de juego de los de Celades. Habían avisado que serían duros si era necesario para que no apareciera la magia de Ceballos, frenado con falta cada vez que tocaba el balón. Con Sandro tampoco había opción a la duda. Su respuesta plasmaba un estado de nerviosismo por verse tan alejados de sus señas de identidad.

El tanto era cuestión de minutos. Apenas un control pinchando el esférico de Asensio con posterior ruleta invitaba al optimismo, pero la realidad era el total dominio germano y sus ocasiones. España corría tras el balón y Kepa era exigido. Sacaba a córner un centro envenenado de Gerhardt, se salvaba cuando el poste repelía el testarazo de Meyer y veía cómo Arnold también acariciaba la madera con un chut lejano.

Gnabry era una pesadilla. Buscaba las cosquillas a Bellerín, con poca ayuda de Deulofeu -que el Barça ha repescado- como todo el Europeo y con Marcos Llorente tapando agujeros como podía. Estrellaba en el lateral de la red una buena acción y tenía otra clara en el segundo poste, tras acción a balón parado, pero no pudo superar a Kepa por bajo.

Lo consiguieron por arriba. A cinco minutos del descanso cuando Toljan apuró su banda derecha sin ser frenado por Ceballos y su centro lo cabeceaba Weiser con una parábola a la que no llegó Kepa. Era el justo premio que obligaba a despertar a la Roja.

Lo intentó en la segunda parte pero los alemanes lo tenían claro. Tres cartulinas amarillas en tres minutos cuando Ceballos intentaba tirar del carro. Dureza si era necesaria para frenar al rival. Celades buscó profundidad dando entrada con rapidez a Gayá en el costado izquierdo.

La gran ocasión para empatar llego, cómo no, en las botas de Saúl. En su primer partido del torneo sin marcar, a punto estuvo de nuevo de firmar el primer tanto español. A los 58 minutos controlaba con el pecho y soltaba un zurdazo ajustado que sacaba Pollersbeck con su estirada a córner, en la parada del partido.

No hubo más. El resto fueron intentos con más corazón que cabeza y sin remate. España tiró de orgullo pero siempre tembló en defensa. Alemania pudo sentenciar al contragolpe, defendiéndose bien y saliendo con velocidad. Tenían más cansancio acumulado en minutos en el Europeo pero no se notó. Celades había sido superado por Stefan Kuntz y España por Alemania. El sueño de igualar los cinco títulos de Italia se esfumaba.