Los Warriors recuperaron la corona de la NBA impulsados por un baloncesto ofensivo imparable, con Kevin Durant como figura incuestionable, Stephen Curry cada vez más estrella y Andre Igoudala como apoyo excepcional. Del techo del Oracle Arena de Oakland cayó una lluvia de confeti dorado que bañó a los Warriors para celebrar su victoria por 129-120 sobre los Cavaliers en el quinto partido de la serie final, que ganaron por 4-1.

Tras el colapso histórico de la pasada campaña, cuando desperdiciaron la ventaja de 3-1 que tenían también sobre los Cavs, los de Golden State cerraron esa herida con la aportación decisiva de Durant. En su espectacular primera temporada con los Warriors, logra el deseado anillo de campeón de la NBA por el que se fue el año pasado de Oklahoma City. "Es un gran grupo de chicos, comunidad, estadio, seguidores", declaró Durant, que aportó en el quinto partido 39 puntos y siete rebotes. "Estoy muy feliz por formar parte de esto", dijo aún en la cancha.

"Esta vez no hubo colapso, aprendimos de toda la experiencia que nos tocó vivir la pasada temporada, por lo que traer de nuevo de vuelta el trofeo a casa es algo muy especial", subrayó Curry después de haber concluido el partido disputado en el Oracle Arena, donde aportó doble-doble de 34 puntos, 10 asistencias, seis rebotes y tres recuperaciones de balón.

Curry reconoció que la llegada de Kevin Durant había sido algo excepcional para el equipo no sólo por la calidad que aportó de inmediato como profesional sino por la gran persona que es y la manera tan única de integrarse con el resto de la plantilla. También se atrevió a adelantar que estaba listo para hacerlo de nuevo la próxima temporada. "Será de nuevo nuestro gran objetivo y estoy seguro de que es el mismo pensamiento en el resto de los compañeros", subrayó Curry. El deseo y la meta marcada por Curry ya fue refrendada también de forma mayoritaria en el mundo de las apuestas de Las Vegas, donde nada más concluir el quinto partido y los Warriors hacerse con su segundo título de campeones de liga en las últimas tres temporadas, eran ya los favoritos a revalidarlo en la próxima del 2017-18.

LeBron James no dejó ninguna duda de ser el "King" de la NBA con su juego individual, pero esta vez no pudo superar a un amigo y rival Kevin Durant. James, que jugó las octavas Finales de la NBA, séptima consecutiva, estuvo de nuevo espectacular, pero se tuvo que rendir ante un rival que les dio en todo momento una lección de juego de equipo, de estrategia, de banquillo y de dirección técnica.

Fue el propio James el que de manera deportiva se convirtió en el primero en felicitar a Durant, que se vengó de cuando perdió las del 2012, las primeras que jugó como profesional con los Thunder. "No tengo motivos para bajar la cabeza", declaró James al concluir el quinto partido. "No tengo motivos para mirar atrás a lo que podría haber hecho. Di todo lo que tenía en la pista cada uno de los cinco partidos de la Final", subrayó James. "La realidad también fue que al final nos quedamos cortos". James concluyó el partido con la aportación de un doble-doble de 41 puntos --máximo encestador del partido--, 13 rebotes y ocho asistencias.