El Barça, incluso rebajado con la entrada de varios integrantes de la segunda unidad, honró uno de los mandamientos de la doctrina cruyffista: te manejarás bien en espacios reducidos. Eso fue lo que se encontró en Ipurúa, un campo más estrecho de lo habitual y ante un rival que aprieta como si no hubiera un mañana. El equipo azulgrana pasó algún sofocó en los primeros veinte minutos, con el añadido de la lesión de Busquets. Pero, con los riesgos lógicos de una apuesta tan extremista, siguió sacando el balón desde atrás. Gracias al empeño apareció Messi y, con él, se aclaró el panorama. El argentino estuvo en el origen del 0-1, dio media docena de pases terminales y, tras el descanso, apareció para marcar distancias y rendir al Eibar. Faltaba casi todo el segundo tiempo, pero a partir de ahí el Barça se quedó tan ancho.

Además de Mascherano e Iniesta, Luis Enrique prescindió de Piqué y se quedó muy pronto sin otra referencia, Busquets, con el tobillo pisoteado por Escalante sin que el árbitro señalase ni falta. Iban sólo nueve minutos y el Eibar había comenzado el partido a todo trapo, encajonando al Barça en su campo. No se dejó impresionar el técnico asturiano, que encajó las piezas con otro estilista, Denis Suárez, y confió el eje de la medular a Rakitic. Era un centro del campo bajo sospecha, completado por Arda Turan, y todos superaron la prueba con nota. Tanto por juego, que se les supone, como por sacrificio.

Pero les costó un poco tomar las riendas del partido. Con las fuerzas intactas y ese empuje que es una seña de identidad de los equipos de Mendilibar, el Barça tardó en activar al tridente. Sólo aparecía Messi, que se pasó el primer tiempo en plan base de baloncesto, dirigiendo el juego de ataque y regalando asistencias asombrosas a sus compañeros. Dos fueron para Luis Suárez, que remató a las nubes y al poste en el último suspiro. Otra para Neymar, que sigue negado en el remate. E incluso para Arda Turan, al que se le escapó el control con el pecho cuando encaraba en solitario a Yoel.

Messi también merodeó por la jugada del 0-1, tras el primer ataque del más puro estilo Barça. Con el Eibar recogido en torno a su área, los azulgrana movieron el balón con paciencia por el costado izquierdo. Al final llegó a Messi, que desde el borde del área conectó un remate que se estrelló en Lejeune y quedó a los pies de Denis Suárez, que no se lo pensó y conectó un derechazo duro y preciso junto al poste.

Unos minutos antes, el Eibar había tenido una oportunidad muy parecida, que encendió los ánimos en Ipurúa. Escalante le rebañó el balón a Arda Turan y Sergi Enrich conectó de primeras con Adrián, que desde el borde del área lanzó un remate que obligó a Ter Stegen a estirarse al máximo. Hubo otros momentos de apuro del Barça por las dudas en la salida del balón, pero el único peligro real para la portería barcelonista fue ese. Muchos más momentos de riesgo vivió Yoel, que suspiró camino de los vestuarios, comentando con Luis Suárez la última de las jugadas nacidas del catálogo de Messi.

Animado por la mínima diferencia, el Eibar volvió del vestuario con la moral a tope y las energías renovadas. Tuvo cinco minutos de empuje, que se apagó en cuanto Messi tuvo tiempo y espacio para lanzar a su compadre Luis Suárez. El uruguayo le devolvió el favor con un pase milimétrico y el "10", a un palmo del portero, resolvió con un toque muy suyo. Como si fuera fácil.

Aquello fue demasiado para el Eibar, que dos minutos después vio frustrada la celebración de un gol por un claro fuera de juego de Adrián. Y, por si fuera poco, cavó su tumba por una imprudencia de Lejeune, que siendo el último defensa se dejó arrebatar el balón por Luis Suárez, que esta vez no perdonó. Luis Enrique refrescó aún más el equipo con Aleix Vidal y Alcácer, que se sumaron al buen tono de la segunda unidad con su aportación al 0-4. El lateral arrasó por su banda y el ariete, reprimiendo sus ganas de marcar, dejó pasar el balón para que Neymar marcase por fin también en jugada.