El venezolano Ricardo Albacete, propietario de la flota de aviones a la que pertenecía la aeronave en la que viajaba el Chapecoense, ejerció de intermediario de Sam Pa en diferentes operaciones en Galicia. De su mano el empresario chino -del que nada se sabe desde que fuera detenido el 8 de octubre de 2015 acusado de corrupción en su país- estudió la inversión en diferentes sectores.

Albacete fundó la compañía aérea LaMia (Línea Aérea Mérida Internacional de Aviación) en 2010 en el estado venezolano de Mérida. La empresa se creó tras un acuerdo con el Gobierno de Nicolás Maduro y venía a poner de manifiesto sus magníficas relaciones con la cúpula política. Sus negocios, a caballo entre España y diferentes países de Sudamérica, abarcaban diferentes ámbitos y el alquiler de sus aviones fue una nueva área de negocio que se decidió a explorar. La compañía se constituyó en Venezuela, pero posteriormente se reubicó en Bolivia al presentar problemas de pago con las autoridades locales. Cuando comenzaron los vuelos y según se publicó en la prensa venezolana de aquel momento, Albacete prometía una flota de catorce aviones que servirían para compensar la ausencia de conexiones que tenía la provincia de Mérida. Prometía captar inversiones por valor de 170 millones de dólares de la mano de capital chino, tarifa plana para los clientes, futuras conexiones con el Caribe y Panamá y la devolución del 100% del billete en caso de que el avión no pudiese volar. Al final sus planes quedaron en eso. Un día se llevó la compañía de Venezuela y cerró la empresa dejando en la calle a un buen número de trabajadores. Culpó al Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (Inac) por no otorgar los permisos legales para operar en Venezuela y al diputado opositor Williams Dávila por orquestar una campaña contra su proyecto. Se instaló entonces en Bolivia, de la mano de Miguel Quiroga Murakami y Marco Rocha Venegas, donde en 2015 recibió licencia para realizar operaciones aeronáuticas no regulares, domésticas e internacionales de pasajeros y de carga bajo el nombre Lamia Corporation SRL y con sus cuatro aviones -de los que el estrellado es el único que estaba en estos momentos en servicio-. Albacete, según aseguró tras el siniestro, se limitaba a arrendar los aviones. La compañía se especializó en alquilarlos para vuelos regionales a un precio muy ajustado. Los equipos de fútbol se convirtieron en uno de sus grandes nichos de negocio. Muchos equipos bolivianos han contratado sus servicios y hace dos semanas fue la propia selección argentina la que se desplazó en él a Brasil para jugar un partido correspondiente a la clasificación para el Mundial de Rusia 2018.

Venta de aviones

Recientemente Albacete intentó vender en Vigo los aviones al empresario chino Sam Pa, que estaba proyectando montar la primera línea aérea en Sierra Leona. Fue ese el momento en el que el avión siniestrado estuvo en el aeropuerto de Peinador durante unos días, los que Sam Pa aprovechó para estudiar inversiones en diferentes sectores de la economía gallega aunque finalmente no llegaron a fructificar. De hecho, llegó a adquirir parte de una empresa al grupo vigués Rodman, que éste recompró posteriormente.

Ricardo Albacete ha tratado de desvincularse de cualquier responsabilidad sobre el accidente. El empresario, que en estos momentos reside en Madrid, dijo estar muy afectado y cree que el accidente pudo deberse a una tormenta que pudo provocar que todo el sistema eléctrico del avión se apagase. Descarta cualquier relación con LaMia Bolivia: "No somos accionistas ni empleados de LaMia Bolivia, sino de LaMia Venezuela; dejamos el mismo nombre para no perder la pintura del avión; nosotros somos los que les arrendamos a ellos los aviones, pero el avión es operado por la empresa boliviana", aseguró en declaraciones a la prensa boliviana.