El Coruxo vivió ayer otra de esas jornadas en las que sufre una profunda transformación tras pasar por el vestuario del campo de O Vao en el descanso. Un espacio en donde se mezclan todos los ingredientes para que un equipo que no ha existido en los primeros cuarenta y cinco minutos juegue, tras la transformación, uno de los mejores partidos de la temporada.

Y es que tras ver la primera parte del partido, muy pocos pensaban que podía ocurrir lo que sucedió tras el descanso. Fue una primera parte en donde el Coruxo estuvo incómodo sobre el terreno de juego. El Caudal ejerció una presión en el centro del campo que provocó que los vigueses perdieran el balón muy fácil. Es lo peor que le puede pasar al equipo entrenado por Rafa Sáez, que se siente perdido.

También es cierto que, a pesar del control del balón, el Caudal apenas inquietó la meta defendida por Alberto. El gol llegó en una jugada en la que Yosu pierde en balón, cayendo en los pies de Javi Sánchez, que conecta una rosca que hizo imposible la estirada de Alberto. Lejos de eso, el Caudal tampoco es que hubiera rentabilizado al máximo su dominio.

Solo los jugadores saben lo que les dijo Rafa Sáez en el tiempo de descanso en el vestuario. No pasó ni un minuto de juego para ver otro equipo sobre el campo. Los vigueses le imprimieron una marcha más al juego, corrieron, presionaron al rival y comenzaron a recuperar balones y plantarse ante la meta de Bussman. El técnico había hecho calentar a Hugo Sanmartín y Pibe en el descanso, pero no hizo los cambios hasta pasados doce minutos.

Sáez se jugaba el todo por el todo, y por primera vez en la temporada el Coruxo jugaba con tres delanteros, Camochu, Hugo Sanmartín y Pibe. Los recién incorporados le dieron al equipo una marcha más. Le imprimieron una velocidad por las bandas que desarboló por completo a los asturianos, que no entendían lo que estaba sucediendo. La presión de Pibe dio sus frutos tras robarle el balón a Óscar Pérez y lograr el empate con poco menos de media hora por delante.

El tanto transformó el encuentro. El Coruxo se creció definitivamente al ver que el Caudal era incapaz de reaccionar, y se dio cuenta de que tenía que aprovechar la circunstancia para marcar. La presión sobre los jugadores asturianos era agobiante, y estos perdían el balón con suma facilidad. Estas recuperaciones le permitían al Coruxo poder salir con velocidad a la contra, y diez minutos más tarde Hugo Sanmartín volvió a colarse por la banda derecha, metiendo el balón al segundo palo para que Camochu metiera el segundo gol con todo el cuerpo, golpeándose incluso contra el palo.

El Coruxo había hecho lo más complicado, sobre todo tal y como había sido la primera parte. El cambio de actitud del equipo había sido importante, pero la velocidad que Hugo Sanmartín y Pibe que le dieron a las bandas fueron clave para que los vigueses se pudieran haber llevado el encuentro.

Los aficionados que acudieron a O Vao no daban crédito a lo que estaban viendo. Más de uno pensaba que el partido había comenzado tarde, y que lo que habían visto en los primeros cuarenta y cinco minutos había sido un mal sueño. Estaban viendo la mejor versión del Coruxo, tocando y tocando el balón ante un Caudal que seguía sin ser capaz de reaccionar.

Fue un partido en donde el tridente vigués le quiso restar protagonismo a los mediáticos del fútbol de las estrellas y, para completar una segunda parte mágica, Hugo Sanmartín hacía el tercer tanto. Era la primera que los tres delanteros del Coruxo marcaban en un mismo partido.

Faltaban poco menos de quince minutos para la conclusión del encuentro, pero todo estaba visto para sentencia y, de verse con problemas en la clasificación, se pasó a ver hacía arriba, con los puestos de promoción a tiro de cuatro puntos.